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sábado, 22 de septiembre de 2018

#ACORRALADA ( Historias de una corralonera en construcción) capítulo: " Necesito no ver a mi vecina"




El corralón que estamos abriendo, está ubicado en la ruta 38. Exactamente en el Cruce de las localidades de La Cumbre, Los Cocos, San Esteban y Capilla del Monte. Siempre pienso que el mercado de clientes, tendrá que ver con este cruce. El estilo, diseño y estética (mitad inglesa y mitad Instagram) de La Cumbre ; la comunidad SUFI de San Esteban ( nuevos porteños musulmanes), el silencio de los escondidos a los laterales de la ruta de Los Cocos y el esoterismo de Capilla del Monte, con el Cerro Uritorco y las historias de extraterrestres pululando en el poblado. De esta última ola serrana, llegó ayer un hombre con su mujer pegadita atrás.

#cómolevaenquelopuedoayudar
El hombre, luego de un profundo y llamativo respiro, me dijo: tiene premoldeados de esos grandes grandes para hacer una tapia?
"Nunca un no"( me llamo ahora): "Puedo averiguar y conseguirselo. Tiene que ser sí o sí un premoldeado? Pensó en las alternativas?"
- Cualquier cosa señora, cualquier cosa que me permita no verle la cara a mi vecina. Ahí la esposa hizo su única intervención, mirándome fijo , moviendo la cabeza mientras se agarraba la frente. La cosa era importante.
Ahí el angustiado ser humano arrancó con su tragedia. " Mire señora, hace diez años compre un terreno hermoso lleno de hierbas, arbustos, árboles. Al terreno del lado lo compró una mujer. Bien, lo alambré. Luego, bordeé el cerco con jazmines amarillos, que crece de lo lindo por todas partes. Comencé a regarlos, cuidarlos pero me sorprendí mucho porque lejos de progresar, se iban secando hasta que tuve que sacarlas y probar plantando crataegus. Tampoco creció y terminó muriendo. Mientras tanto, del alambre para el otro lado, el pasto de mi vecina comenzaba a estar verde y sus frutales a florecer. Los míos nada, pero tenía esperanza. Opté por poner espinillos, nada. Entonces, busqué un rabdomante. Me dijo que había agua al fondo, que por ahí no venía el problema. Entonces puse cactus, muchos cactus. Y pasó lo mismo.
Mientras tanto, ella se pasea en su jardín, comiendo de sus propios damascos y me mira feo. Me podrá ayudar? Lo que sea, lo que sea pero no le quiero ver la cara nunca más."

Quedé en averiguar una solución. Se fue confiado y me quedé mirando por la ventana, pensando cuál sería el misterio.

.Al frente mío, el Uritorco me guiñaba un ojo....