de Sherezada
Noche.
El agua llora la pérdida. Narciso ha muerto.
Horas antes, allí se contemplaba. El reflejo sedujo su alma, y enamorado de su propia imagen, se arrojo al agua y se ahogó.
El universo lo llora. Lo extraña. Lo ama.
Los dioses bendijeron su figura. Mezcla de Adonis y Zeus. Carente de cualquier imperfección, dueño de toda belleza.
Pero el agua llora la pérdida y no hay consuelo.
Comprenden que, de tanto acercarse a sus costas, el agua de él se enamoró.
-Pobre Narciso!- Dijo el universo –Tampoco podremos consolarnos. Nadie olvidara semejante hermosura
- Acaso era bello? Quiso saber el agua.
- Y tú lo preguntas? Era en el espejo de tus aguas donde él podía verse ¿Y no te has dado cuenta?
-No. Logré amarlo porque fue el único que todos los días se vió en mi, y pude yo mirarme en el fondo de sus ojos, logrando así descubrir en ellos mi propia alma.-
El agua sigió su viaje, alimentándose con sus propias lágrimas, tan infinitas como el mismísimo universo.