de María Livia Aghemo
Si se decidió a bañarse pregunte antes a los otros integrantes de la familia si van a usar el baño. Si la respuesta es negativa, ingrese al baño y cierre la puerta.
Acomode su bombacha y su corpiño sobre la tapa del inodoro previamente cerrado. Abra la ducha y regule la temperatura hasta que sea la adecuada, desvístase e introdúzcase en el agua; mójese la cabeza, relájese, respire; éste es su momento. Busque su champú y descubra que no está en el baño; lo han dejado tirado en el patio luego de usarlo para bañar a la perra. Grite para que alguien se lo alcance; nadie acudirá a su llamado. Tome la drástica decisión de lavarse el cabello con el champú del bebé, colóqueselo en la cabeza y frote hasta obtener espuma.
Proceda al enjuague. En el preciso instante en que ponga la cabeza bajo el agua, el caudal de la ducha disminuirá bruscamente porque alguien está usando el agua en la cocina. Grite nuevamente. Nadie acudirá. Espere en un costado de la ducha hasta que se normalice la cantidad de agua saliente y aproveche para chequear la higiene del baño, tome la balerina y frote para sacar ese sarro acumulado en los azulejos.
Ahora sí, enjuáguese la cabeza. Enjabónese el cuerpo desde los pies a los brazos, con el jabón cubierto de cabellos ajenos. Mientras se aclara el jabón del cuerpo, alguno de sus hijos entrará al baño y tirará su ropa interior al piso para usar el inodoro. Luego se lavará las manos y se las secará con su toallón que también dejará en el suelo porque “no llega a colgarlo”.
Cierre la ducha, recoja el toallón y séquese rápidamente, ya que se acerca la hora de la cena. Acomode el baño y deje la puerta abierta para que se vaya el vapor.
Al llegar a su dormitorio descubra que lo usaron de salón de juegos mientras usted se bañaba. Póngase una remera desteñida y un joggin estirado; comience a juntar los juguetes y sacuda las migas de su cama.
Escuche, sus hijos están gritando: “¿qué vamos a comer?”.
Recoja su toallón y llévelo hasta el baño, al ingresar encuentre a su marido quejándose de lo desordenado que está el baño; observe: la perra duerme en la alfombrita, alguien se sacudió la arena de los zapatos sobre el bidet y otra persona, o tal vez la misma, escupió restos de comida en la pileta del baño.
Agarre el teléfono, disque el número de su delivery preferido y pida una pizza de muzarella para terminar su noche de relax.