Silvana Mandrille
Horas de calma,
ausencia de voces…
Imperio del “Yo”;
necesidad de pensar en sí mismo,
de hilvanar recuerdos,
de escribir poemas,
de leer por placer un libro.
Dejar de extrañar
andar en pijama y pantuflas
por la casa.
Saborear una taza
de café humeante,
disfrutar de los dramas
sólo en las buenas películas.
Vaciar la mente,
llenar el alma;
reír a carcajadas
de los que se quedaron trabajando,
lidiando con las mismas cosas
que uno lidiaba.
Quedarse sin jefe
y sin agravios.
Deshacerse de colegas
envidiosos y frustrados.
Recuperar los vínculos primarios,
afectuosos, emotivos, familiares.
Descansar de la mirada
de rostros impersonales.
Descontar las presiones
y la hipocresía.
Transformar la energía negativa
en positiva.
Construir diques de reserva,
cual almacenes de amor,
para aguantar la estocada
del regreso.
Salvarse del poder y de la gloria,
y así de las angustias
y de las impotencias.
Estar pasivo… Echado en un sillón,
es mucho más que eso;
es buscarse interiormente
y descubrir la esencia,
organizar una fiesta con amigos
lejos del caos laboral.
Libertad de sentir,
decir y hacer
sin cuidado de sensiblerías baratas.
Feliz de que los lomos virgen,
criticadores y ventajeros
por una vez no les quede
otra opción que trabajar
y de convertirse
en sus propios verdugos.
El alma, dueña de paz y alegría,
encuentra su ruta en vacaciones.
Y el ego toma revancha
¿Por qué no?
¡Míralos son humanos como uno
y están padeciendo en el cadalso!
Cada uno, a su tiempo, comprende
cuando camina por el mismo sendero por otros recorrido.
Es verdad...las vacaciones desarrollan un poquito de sentimiento de ...revancha? ja
ResponderEliminar"Feliz de que los lomos virgen,
criticadores y ventajeros
por una vez no les quede
otra opción que trabajar
y de convertirse
en sus propios verdugos".
Es un placer leerte. Muchas gracias !