Espacio literario abierto para mujeres que disfrutan escribir. Entre ellas raramente se conocen. Provienen de muchos lugares y tienen realidades absolutamente diferentes. Se fueron sumando y formaron esta ronda.Une palabras, Natalia Spina.
domingo, 8 de junio de 2014
Yeguas, si las hay
Sheila Acosta Anzalone
A ver, pensá: si no te lo digo yo, que soy tu madre, ¿quién te lo va a decir? Ah, claro, claro, me olvidaba que ya eras una mujer.¡Perdón! No tenía en cuenta que la señorita ya estaba tan grande que no necesitaba ningún consejo, ni contar nada, claro. Menos contar con la madre, tanto para ser su confidente como para tenerla informada. Creés que saliste de un repollo, que no hice miles de sacrificios, que no di la vida por vos. Que no tuve jamás, nunca en los veintitrés años que me llevó criarte, más de dos bombachas por vez, y siempre alguna con los elásticos estirados. ¿Corpiños? Al que no se le salía el aro, había que acomodarlo para no andar con una teta al aire. ¡Pero claro! Qué le puede importar a una ingrata como vos, a una caprichosa mal aprendida; porque, enseñada, estás bien enseñada. Al mejor colegio te mandé mientras vivía miles de privaciones, y usaba pincitas vulgares que no me arrancaban ni un pelo. Dale, dale, hacé lo que quieras, no me cuentes nada, así no te tengo que rezongar, que me sube la presión a las nubes, con lo que reventaría en cualquier momento. Ah, ¿que me estabas preparando una fiesta sorpresa para mi cumple de cincuenta? No te digo: cuando hablo con mis amigas les aseguro que sos la hija perfecta, y que saliste igualita a mí. O sea: a mamá, que si no te lo digo yo, que soy tu madre, ¿quién te lo va a decir?
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Jajajaja.... Por suerte para muchos (y muchas), madre hay una sola!
ResponderEliminarExcelente, Sheila Acosta Anzalone!
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