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miércoles, 30 de mayo de 2012

Ambar

 De María Soledad Ranzuglia



Llovía. La consulta estaba prevista para las cinco y diez, pensó que no llegaría…
Un hombre alto y esbelto la recibió amablemente, invitándola a tomar asiento; le resultó extraña la familiaridad. Hubo un silencio que le permitió a ella acomodarse, mientras alisaba su pollera con la mano, que aún suponía húmeda de tanta lluvia por años sin cobijo.
-La escucho, dijo él suavemente.
-Verá, no sé por dónde comenzar…  Son tantas las cosas que me pasan, que vivo ahogada, cansada, impotente y también llena de culpas… Sí, le voy a hablar primero de uno de mis hijos, con el cual urge una solución, ya que …
-Ya tengo su solución, dijo él, casi interrumpiéndola.
Ella lo miró fijo y sin darse cuenta, algo se relajó en su cuerpo como augurando haber sido vista en verdad. A pesar de ello, inquirió al hombre con una pregunta  casi desquiciada:
-¿Usted me está tomando el pelo? a mí que me costó tanto llegar en un día así y sin saber nada de mí, dice que ¡sabe lo que pasa!
-Señora, usted no ve nada claro. Las consecuencias de ello, se derivan en todas las emociones nocivas que trae dentro; su modo de ver es defectuoso y esa es su única responsabilidad: recobrar su Visión es la  manera de sanar completamente… dígame, ¿cuál fue la última vez que estuvo bien?
- … No sé, tengo sí buenos momentos, pero… no son permanentes, hago muchas cosas para estar bien… yoga, rezo casi a diario, pido luz para tanto desastre que veo, pero no mejoran las cosas.
-¿Qué cosas?
-Bueno, las que veo… sí, casi todo lo que miro me duele o me da bronca, nunca tengo Paz.
- ¿Y usted qué busca?, dijo él.
-Que se solucione todo lo que veo, porque a decir verdad, no he hecho más que adaptarme a la locura… y siento como un calvario dentro.
Él miró de pronto el paisaje que asomaba por la ventana derecha, respiró profundo, se puso de pié dándole la espalda por un instante…
Tomó de su biblioteca una pequeña hoja de color ámbar, escrita con tinta china en cursiva y se la dio.
Ella con su pequeña mano la tomó; palpitante, sin decir una palabra, la sujetó sobre el escritorio aguardando…
-Lea en silencio, por favor.
Así lo hizo… Su cara de mujer seria comenzó a distenderse, una sonrisa de niña floreció en sus ojos, de tanto acierto… Ahora reía a carcajadas, sin parar… De pronto, se le hizo tan claro.   
Cuando él la despedía en la puerta, justo yo pasaba caminando por el lugar… Vi una mujer muy feliz y pensé…“Habrá sido un encuentro de Amor”.
Me detuve en la esquina para verlos, él le dio la mano también sonriendo; ella cruzó la calle y una leve brisa dejó volar un papel color ámbar, con unas letras en tinta china o algo así… Pasa este auto y cruzo; la hoja quedó sobre el asfalto en un charco de agua, está mojada y no logro leer…
Me pregunto por ella… ¿cómo es que no se detuvo?  Seguramente, sus palabras las lleva dentro, sino ¿por qué no lo sujetaría…?
Ha salido el Sol.

si querès saber un poco más de Soledad...