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viernes, 12 de abril de 2013

Ojos vendados





Por Amanda Clark


Una fiesta en un lugar exclusivo. Una vieja casona alejada de la ciudad. Vestido rojo pegado al cuerpo, cabello recogido, hombros al descubierto, guantes negros.


No conocemos a nadie. Es raro. Se siente extraño, hace tiempo que no estoy en esta ciudad. La amiga que me invitó, está coqueteando con varios hombres...Yo no me siento de humor.

-"Es una fiesta distinta. Lucite"- me dijo.

Busco un poco estar sola, las conversaciones acerca de los diseñadores de moda de tal o cual vestido nunca me han entretenido… Sigo preguntándome qué me llevó a tomar la decisión de venir y cuál es la parte distinta de la fiesta… Parece la típica fiesta de embajada: música chill out, copas con bebidas de todo tipo, snacks… ¿Quién pagará por todo esto?

Me paseo por los balcones de la casona que parecen tomados de una villa francesa. Me encantan las casas antiguas, recorro sus espacios, cierro los ojos y me imagino en otra época. También recuerdo que las mujeres, en ese entonces, eran bastante usadas para fines sexuales puramente… Meros adornos u funcionales a la maternidad….Me río pensando que no es muy diferente a lo que vivimos hoy.

Si tomo la segunda copa de Champaña comenzará a dolerme la cabeza. Me pregunto cuándo vendrá la parte distinta de la fiesta; cambio mi copa por vaso de agua.


Mirando hacia los parques, de repente, siento la necesidad de darme vuelta como si alguien me estuviera mirando...Entre toda la gente, mis ojos se posan en la barra y te veo.

VOS???!!!!! Se me escapa una sonrisa de alegría, me acerco y voy soltando mi cuerpo, me doy cuenta lo rígida que estaba. Ver a alguien conocido me reconforta… ¿Qué harías vos ahí?… Voy haciéndote preguntas con la mirada mientras camino a tu encuentro.

Estás parado con una mano en el bolsillo y la otra sosteniendo una copa. “¡Qué lindo que estás!”, pienso.

Me mirás fijamente. Me perturba. Voy deteniendo mi paso... Es más como una mirada de seducción, siento que me posees, y que tampoco yo puedo dejar de mirarte. ¿Qué es esta mirada? Nosotros somos amigos…jamás nos hemos mirado así…Me doy vuelta pensando, por un segundo, que no me estas observando a mi… Nadie hay atrás… Imagino que vos también te preguntarás que hago aquí! ¡Qué loco encontrarnos en este lugar!...

Por momentos toda la gente que parece haber entre nosotros desaparece y quedamos frente a frente, deseo que te acerques, que me digas un desestructurado saludo. Sin embargo no te movés…Mucha gente entre nosotros ahora… me cuesta llegar. ¿Me habrás visto realmente? Alguien me detiene con un halago hacia mi vestido, una mujer que me pregunta quién es el diseñador… Intento contestarle sin perderte de vista y veo que le decís algo al Barman dándole un papel y señalándome, cruza el salón en mi dirección y se me acerca, me entrega la nota:
“Esta noche los hombres eligen. ¿Qué haces aquí?”.

No entiendo nada… ¿Qué significa esa nota? Ahora quedo mas confundida que antes… Además, como si no me conocieras… ¡Después de tantos años!... Jamás voy permitir que un hombre elija nada por mi, mi libertad es lo único que cuido y defiendo con uñas y dientes.

Tu nota, en parte, me da risas nerviosas…No sé con qué mirada responderte…

En ese momento se apagan las luces. Mi amiga logra acercarse a mí entre la multitud y me dice:

- Por favor dejate llevar, está todo bien, solo dejá que pase...No lo resistas, te acordás que te dije que era una fiesta distinta… ahora vas a saber por qué…No te enojes conmigo…

Yo no entiendo nada. La gente murmura mientras un grupo de mujeres le ponen al resto vendas en los ojos. Comienzo a preguntarle a mi amiga dónde me trajo, ella está muerta de risa, excitadísima por lo que sabe que vendrá y no deja de decirme:

"Jamás has vivido algo como esto y vas a ver que no hay vuelta atrás..."De repente me acuerdo de la peli de Stanley Kubrick, mi mente se altera y reacciono, pienso que lo mejor es salir corriendo de ahí, comienzan a temblarme las piernas, estoy a kilómetros de cualquier sitio, cómo hago para escaparme de ahí...Intento irme... En el mismo instante que trato que salga mi voz, mi mente cruza pensamientos que intento borrar… No. No puede ser esto…Estoy segura que si te encuentro me sacás y me llevas a mi hotel… ¿Qué harás vos en una fiesta como ésta? Ahora entiendo tanta coquetería… ¿Por qué las mujeres permiten esto? Nauseas.
Camino entre la gente. Aun nadie me tapó los ojos. Tratando de no hacer mucho lío y me encamino a la salida mientras observo todo lo que pasa; los hombres están eligiendo mujeres… las evalúan, comparten comentarios entre ellos…Ellas están paradas o sentadas, solas, expuestas.

Ellos, entonces, toman la mano de la mujer elegida y comienzan a retirarse…

¿Qué es esto????!!!!!!!!

Alguien me toma de los brazos y otro me cubre los ojos.

-No, no, gracias, no no no- Les explico que yo no voy a jugar, que quiero irme, me dicen que alguien me elegirá que no me preocupe que estoy muy linda…Me desespero, me enojo, intento que me suelten...llego hasta la puerta pero no logro siquiera tocarla. Mientras una música extremadamente fuerte me aturde, siento que me toman de la mano. Es una mano de mujer. Al oído me susurran "tranquila, no harás nada que no quieras", esa voz no me tranquiliza pero me dejo conducir pensando que por las buenas siempre es mejor…pregunto por vos, por si alguien te conoce… Que te llamen… Que te digan que quiero irme…Nadie me contesta. Me acomodan en un lugar. No veo nada, no tengo ni la menor idea de donde estoy.
Me aturde el murmullo. Alguien me pide que sostenga una copa y que beba. Es una bebida diferente a cualquier cosa que yo haya probado. Dulce, con alcohol… Es muy sabrosa...No está mal ¿Qué será?
–¡Tengo que irme de aquí! – grita mi mente, inmediatamente siento que me relajo, tengo que apoyarme en la pared, mis piernas casi no responden pero no siento que estoy drogada, solo que mis miedos comienzan a disiparse, relajada, sin embargo alguna luz de racionalidad me dice que no podré salir sola de allí así que será mejor intentar seguir el juego y lograr irme para un costadito.
Los ruidos, las voces se van acallando, no entiendo bien cuánto tiempo hace que estoy ahí parada, ni que pasará ahora... pregunto y alguien me susurra
-shhh ya llegará tu turno.
Aleguien me toma por atrás rodeando mi cintura con su brazo. Bastante mas grande que yo, su perfume me embriaga. Se acerca a mi cuello y con sus labios me roza. Siento su respiración agitada. Me toma de la mano y caminamos juntos. Hay algo familiar, se me cruza una idea… No, no puede ser… Incluso, le pregunto a ese hombre si te conoce, le invento que yo había quedado con vos… que nos íbamos y por eso tengo que encontrarte…Nada. Sólo me insta a caminar a su paso…No sé porque me dejo guiar… En realidad me siento cansada, por supuesto que no voy a dejar que pase absolutamente nada con un desconocido, que clase de hombre…. Mi mente vuelve a vos… Qué hacías vos allí, recuerdo que también conoces a mi amiga.
Sé que fuimos por varios espacios porque el aire iba cambiando. Los ruidos…Los ruidos ya no eran risas o murmullos...eran gemidos...alguien grita demasiado intenso...me detengo, intento soltarme y correr, pero tropiezo… Dulcemente una voz me dice que no tenga miedo y que me deje fluir, que ha soñado con este momento conmigo desde hace tiempo.
¿Sos vos?!!!! Puedo reconocer tu voz aun en el susurro… Dale… deja de bromear…Quitame la venda… Desde cuando venís a estas fiestas….Qué cosas decís que soñaste esto… ¿Sabes qué?...Hagamos como que no pasó nada y llévame al hotel, dale estoy cansada.
Ahora sólo es cuestión de convencerte, menos mal que sos vos y no un desconocido. Me tranquiliza y, mientras simplemente espero que te canses de la broma, me dejo llevar por tu mano.
El ruido de una puerta que se cierra, silencia todos los demás ruidos.
Evidente, entramos a una habitación o salón…No quiero chocarme con nada, voy a tientas hasta que doy con una especie de sillón. Necesito respirar...Cuánto me ajusta este vestido… ¿Qué hago aquí, cómo voy a irme? ¿Intento expresarlo en voz alta? Por momentos no sé si sólo pienso o si estoy diciéndolo...
Me río y te insto a que pares ya de bromear…Te llamo. ¿Me dejaste sola encerrada? Intento sacarme la venda de los ojos...Está tan ajustada...
Entonces me pedís que no lo haga, que romperíamos el encanto si lo hiciera,
-Bueno, ¿qué encanto? Estás muy raro, sácame la venda de una vez…
- ¿Será necesario que te ate las manos así dejas de intentar quitarte la venda? me preguntas…Aún, cuando evidentemente no sabías a donde venias, estas aquí, la propuesta es esta… Yo te elegí, vos te venís conmigo y no te quitas la venda hasta que yo lo digo.
Tu voz suena ahora seria, dura…Me asusta un poco, me levanto de un salto.
-¡Esto ya es demasiado!¡ Dejame salir ahora! - objeto casi gritando.
Vos, en silencio.
Camino pero sin saber a dónde está la salida y me topo con tu cuerpo, inmediatamente me tomas las dos manos, inento inútilmente forcejear para zafarme, con toda tu fuerza pero sin hacerme daño sostenes a las dos manos en mi espalda… Comenzás a besarme, intento en vano escapar al beso y no puedo creerlo de mi misma pero, el sabor de tu boca, tu perfume y tu susurro en mi oído de "déjate llevar" me vuelven loca. Esto no puede estar pasando… yo me había jurado no mirarte jamás como hombre…Jamás imaginé que vos…
Siento que comienzo a alterar todos mis sentidos mientras mi mente intenta cuestionar pero mi cuerpo se dispone y, por momentos, mi excitación crece hasta sentir humedad entre mis piernas. Esbozo algunas razones por las cuales realmente me gustaría disfrutar este momento…Y también miles por las que debiera pararte y hacerte razonar…
Me pregunto si vos tenés tapados también los ojos. Busco tu cara, te toco..."Maldito juego machista", pienso.
Comienzo a pronunciar mi discurso de igualdad femenina mientras intento otra vez aprovechar (con el último vestigio de conciencia) levantarme y escaparme de allí… Ahogas mis palabras con besos, me contás al oiedo que el juego es así, que otro día podemos jugar al revés, pero que hoy tocó que los hombres eligieran y vos me elegiste a mí, que no fue fácil, que tuviste que disputarte con varios…Y mientras me decís esto me recostas en la cama, tus manos recorren buscando meterse entre mi vestido tocando mis piernas hasta llegar a mi ropa interior. De golpe me das vuelta, (ya no quiero ni creo que pueda resistirme a tu fuerza) me bajás el cierre del vestido mientras besas cada parte de mi espalda que va quedando al descubierto.
Me sorprendo de mi… no era que….risas divertidas y picaras en mi cabeza…
Todo lo que alguna vez fantasee y reprimí, estaba ahí ahora… Mi mente aun en la dualidad de dejarse fluir o salir corriendo…Mi cuerpo entregado completamente a sentir este placer físico. Te dejo hacer mientras recorro y descubro tu cuerpo tal y como me lo imaginé tantas veces.
Mis pechos, mis pezones erectos, mis partes húmedas y vos, demorándolo todo... Tus manos comienzan ahora a ser más lascivas; ya no sólo acarician, roban mi piel, penetran mis espacios y, cada vez que intento resistirme, tus besos son mas fuertes. Tu cuerpo me impide moverme hasta que notás que vuelvo a dejarme hacer.
Entonces me preguntas -¿Qué querés? No te quiero retener aquí en contra de tu voluntad. Si te querés ir, te vas ahora. Sólo puedo cuidarte aquí adentro, afuera interponerme seria descortés y si alguien más quiere llevarte, no podré detenerlo… No vas a poder escaparte, aquí la violación está aceptada, Nadie escucha los gritos de las mujeres, nadie se altera, nadie saldría a defenderte. Al fin y al cabo que me mejor que estes conmigo no?
Sera que mi cabeza deje de analizar todo? Porque estoy atando cabos… la insistencia de mi amiga, tu llamada casual en la mañana y tu pregunta acerca de mis planes para la noche…Conspiradores!!!!!!
Quiero preguntarte cosas, pero me decís que hoy no hay respuestas que solo hay sentir…Mientras, me acaricias la espalda con tu dedo.
Por fin respondo a tu pregunta, ya se lo que quiero: quiero sentir ahora tu placer...Comienzo a buscarte, encuentro tu cara y voy besándote todo mientras bajo y me acerco, te siento en éxtasis...todo se vuelve irresistible.
De golpe me acomodas abajo tuyo, siento tu aliento, Me decís muchas cosas que hacen explotar mi cabeza y, sin mas preámbulos me penetrás...
Cada vez que intento decir algo, te clavas tan fuerte en mí que me dejas sin respiración…-Ya no podes decir nada, me objetás.
Te dejo mover en mí, mi cuerpo te acompaña y, por fin, casi al unísono, nos fundimos en un orgasmo infinito hasta que nuestros cuerpos se relajan.
Mientras recupero la respiración siento que te levantás. Me das un beso que, literalmente, viola mi boca.
Me dejo sumergir en las sensaciones...Mi cuerpo no responde, mi mente completamente en blanco…Me duermo con la venda aun en mis ojos.
La luz de un claro día me despierta...Me duele un poco la cabeza. No reconozco dónde estoy. Me levanto desnuda, buscándote, en la habitación. No tengo la venda,
Alguien toca la puerta. Es mi amiga que viene a buscarme...
Al salir aun desaliñada, con el peinado desarmado, me encuentro con su mirada y me dice:
-Jamás hablarás de esto, ¡JAMÁS! Muy pocos saben que este sitio existe. Nadie te creería y, si crees que lo ves por la calle, a quien conociste esta noche, simplemente desconocelo. La fantasía se mantiene mientras sólo la hagamos realidad aquí. Intento en vano decirle que yo ya te conocia… Ella insiste que ahí adentro nadie se conoce con nadie…Sólo en un momento me mira y me dice… “y no seas tan inocente… no pude dejar de ayudar…desde hace años he notado lo que pasaba entre ustedes…”
Camino a casa. Las dos, vamos en silencio. Mi mente se pregunta por qué siempre me meto en estos embrollos... Mi cuerpo aun húmedo por vos, te sigue buscando.
Una llamada de teléfono me recuerda que tengo almuerzo con todos los amigos del alma…Ni siquiera me imagino afrontando las siguientes dos horas. Apenas logro pasar por el hotel y cambiarme…un jean, una remera blanca, casual… Mi mente comienza a acelerarse, se llena de preguntas que quiero hacerte, de imágenes.
Saludo a todos al llegar… me turba completamente verte allí. Mientras almorzamos en una charla relajada llena de anécdotas, espero que nadie se dé cuenta de lo conmocionada que aún me siento.
Vos parecés estar tan tranquilo y natural. Comienzo a preguntarme si de verdad fuiste vos… y de ser verdad, es algo que hacés todo los fines de semana?…Finalmente, nunca te vi, aunque amanecí sin la venda. Que extraño tengo la impresión que si le cuento esto a alguien ni yo podría definir si fue un sueño o algo que pasó en realidad.
Me alejo para fumar e intentar relajarme…. De repente, te acercás mientras el resto parece ni darse cuenta Me preguntás una tontería que me obliga a mirarte a la cara, y me entregás la venda mientras me decís…”No dejes tus cosas tiradas en cualquier lado”
Mis ojos quedan fijos en la venda, mi cuerpo petrificado, mi cabeza en un maremoto de pensamientos. Fue verdad, fue real!!!!!!!!!! No puedo distinguir si esto me alegra o no, me siento completamente mareada, levanto la cabeza mientras te digo “es que no puedo creerlo” ,casi en un susurro, pero ya no estás, te veo en medio del grupo charlando nuevamente.
Guardo la venda e intento incorporarme a la conversación con mis amigas.
Aún intento escaparme de aquella casona.

GALOPE HELÉNICO

D Sheila Acosta Anzalone

Nikos andaba haciendo lo de siempre: caminaba por las callecitas de Plaka buscando la apetecible presa. La encontró muy pronto. Una latina de glúteos pulposos caminaba a ritmo de reina del carnaval, o actriz de película condicionada de allende el Atlántico. La turista típica para seducir, tal como pensaban él y los escandinavos, germanos, y otros sujetos que iban a lagartear un rato en las zonas más templadas de la Europa caliente. Ella, Samanta,  rió y le explicó que no hablaba inglés. Él se presentó, explicándole con un castellano italianizado que era cretense, y que ella era hermosa donna, pretty woman, beautifull girl.
Pasearon un rato. Él, como buen griego que se precie de tal,  la invitó con un frappé y le sugirió ir al restaurante en el que servían la mejor musaká. Ella aceptó y se bebió el frappé. La musaká después, dijo, haciendo señas  aparatosas y él entendió sus gestos como invitaciones para el good sex. Samanta le dijo que no, que no quería good sex ni mal sex, que tampoco quería la musaká, que mejor se la metiera en el culo, griego degenerado. Nikos quiso disculparse, le hizo en tender que el problema comunicacional era producto de su Little english y ella pensó en los Little Pony, esos caballitos de colores suaves, provistos de unas crines listas para peinar y los cuellos babero plagados de lentejuelas y canutillos.  Y  le quedaba bien a Nikos nombrar  los Little que ella conocía, porque tenía una dentadura caballar no mejor (aunque tampoco peor),  que las de los rocinantes hambreados de los cartoneros. Estaban en Grecia, Nikos debió ser arrojado del monte Taigeto, milenios atrás, por obra y gracia de esa mandíbula que no sería apta para las guerras, aunque sí para temblar ante el deseo por una mujer como Samanta. Si hubiese sido porteño de Buenos Aires o al  menos rioplatense, Nikos hubiese asegurado que Samanta le hacía temblar la pera cuando caminaba con su andar yeguarizo, zarandeando las nalgas como panderetas gitanas.
Así, hallados en el hemisferio norte y  la cuna de la civilización que se disputa los frisos del Partenón, con los gringos chorros del Museo Británico, el asunto se resumía así: la que se sintió ofendida porque él creyó que sin pruritos lo invitaba a la fiesta del good sex,  decidía que la charla de sordos confundidos estaba por cesar pronto. Pero Nikos remaba sin cesar en su Egeo, por esos momentos tempestuoso, para que ella no se llevara lejos su Little english y, menos que menos, su culo enorme y meneador. Como la de Yénifer López era la escultura helénica  zarandeada por Samanta, y Nikos no quería perderse los primeros primerísimos planos de esa geografía exuberante ni la posibilidad, aún esperanzada,  de incursionarla con su nave cretense. La escultura de Yénifer sólo se podía ver en televisión y ésta, la de Samanta, en vivo y en directo. La televisada era incisiva en cinematográficas tomas de espaldas y perfil, y representaba uno de sus deleites. Cómo no serlo, si la López mostraba siempre la mejor cara. Al menos, la más turgente que tenía.
Los abordados por el ruido comunicacional comenzaron a discutir. A los gritos era la disputa troyana. En cuádrigas, porque se oía mucho relinchar brioso. Finalmente, el que había sido irreverente y cosificador fue abordado por la voz del instinto. Por el verano del potro ávido de cópula campestre. De apareo urgente. Ella se negó. Corrió por las callecitas de Plaka. Nikos la siguió. Trotaba. Más bien cabalgaba. Samanta se apuró, circunvaló la iglesia ortodoxa y le pidió al Jesús que no estaba en el madero que la salvara del padrillo más retobado de la tropilla. Desesperada, lo recordó: no estaba herrada, y el camino, jalonado por piedras y estorbos, se le figuraba adverso. Errado. Sus cascos desnudos le auguraban lo peor: además de haber perdido los moños de las crines y la larga cola cepillada, se le estaba estropeando el esmalte rojo furioso de Maybelline con el que se había pintado esa mañana y, para toda desgracia de una Little Pony, se le había caído, durante la huida, el cuellito babero con lentejuelas nacaradas y los sobrecitos de azúcar que había guardado, golosa, cuando se bebía el frappé.



jueves, 11 de abril de 2013

LO QUE VI HOY


Thelma Molina Perazolo



El sol despliega sus dorados y cálidos rayos sobre la ciudad que empieza a despertar.
Como todas las mañanas viajo en colectivo del trabajo a mi casa. Soy uno más en este devenir de la existencia caminando anónimamente entre la multitud, un recolector de historias, imágenes, frases, lo que sea y que valga la pena ser plasmado en un papel para darle vida a aquellos que la transitan.
Enamorado de la vida y observador de lo que existe a su alrededor, los edificios, las calles, los gestos y actitudes de las personas que caminan a realizar sus quehaceres cotidianos, los niños jugando en las plazas, los árboles en todo su esplendor, las flores acariciadas por mariposas multicolores, todo para mí es un regalo de la naturaleza que no se puede comprar.
Quizás por eso mi atención se concentra en una joven pareja sentada en los primeros asientos del ómnibus.
Embelesado observo el puro amor que irradian...
El muchacho con infinita ternura acaricia los largos y renegridos cabellos de su compañera. Su tenue y segura voz tiene el poder para que el rostro de ella adquiera los tintes del jazmín o del carmín, que su ceño de repente fruncido se distienda logrando esbozar una tímida sonrisa.
El joven se levanta y con pasos firmes se dirige a hablar con el conductor.
- Señor mi compañera es ciega. Está aprendiendo a salir sola. Es la primera vez que viaja en colectivo y tiene un poco de miedo. Yo la estoy guiando. En la próxima parada tenemos que descender, le pido por favor, cuando se detenga nos de el tiempo necesario para bajar.
Despaciosamente el vehículo cesó su marcha, la muchacha agarró el brazo de su compañero y guiada por los seguros movimientos del cuerpo masculino ambos descendieron.
Una vez que la joven estuvo en la vereda, el muchacho ágilmente subió al colectivo para agradecer al chófer la gentileza brindada, al bajar desplegó una caña de aluminio, se reunió con la joven y juntos caminaron siguiendo el rítmico compás de sus bastones blancos.

miércoles, 10 de abril de 2013

LA ÚLTIMA VEZ QUE LO VÍ



De Sheila Acosta Anzalone




La última vez que lo vi sentí una congoja infinita. Cómo no afligime así, si él era, es, será el conocedor de todos mis territorios. El amante furtivo de todas mis geografías. Cómo no caer en la cuenta de los años, de ese inquebrantable lazo que nos une en mis orígenes.
La última vez que lo vi deseé que me poseyera para siempre. Surcar sus mundos profundos, escrutar uno a uno sus secretos. Trepidar ante su masculinidad absoluta. Necesité, me urgió su presencia inolvidable, pero me negué a que me arrastrara en su adversidad, en su soberbia mayúscula. A sus pies, como si además de su amante fuera su esclava. Un día se me aparecía manso, comprensivo, contestador de todas mis preguntas, y contestatario de todas las verdades que no lo son, o son verdades a medias, pobres verdades que él se atrevía a desdeñar, a cuestionar. Otro día se me figuraba adverso, implacable, infranqueable.
La última vez que lo vi lloré, me remonté a los recuerdos, nuestros recuerdos, los que construimos a través de las décadas. Nos arrogamos, nos apropiamos del derecho de hacerlo, nadie nos puede negar el decidir qué recuerdos priorizar, cuáles ocultar y cuántos negar. Para fortuna de muchos y resistencia de tantos, la memoria es libre como nuestra unión insondable. Nadie, ningún detractor, ningún inquisidor, podrá privarnos de la memoria. Ella se erige invulnerable como él, que me arranca lágrimas y sonrisas, felicidad y desconsuelo.
La última vez que lo vi, que navegué por sus efluvios amantes, por sus aguas fraternas, las de río ancho como la mar, ese día sentí que estaba en casa, que él, el inolvidable Río de la Plata era mi lecho, y con él y en sus cauces dormía cada una de mis noches desde ese día en el que, siendo sólo una niña, salí, broté de él para no volver, o para volver siempre, cada vez, en todos los instantes, por él y a través de él.

lunes, 8 de abril de 2013

YO TE VI


De Emi Tudi



Yo te vi…Yo te vi… ¡ Fuiste vos!…grito el Nachito agitando el dedo acusador, que apuntada directo hacia a mí.
Automáticamente, me puse colorada. Pero qué dice este chico…
-Nachito, por qué la acusas a la tía, no te presto mas la compu para que juegues al juego ese del pajarito, asi que no digas mentiritas.
-Pero mamaaaaa…sentencio el querellante, si fue ella, yo la vi.
El silencio me hizo transpirar. Y ahora... cómo salgo de este entuerto, pensé mientras tragaba saliva con dificultad.  Respire hondo y dije con tono duro: “Bueno basta de buscar culpables, acá lo importante es encontrar la solución”.
Mi hermana, que me conoce mejor que nadie, esbozo una media sonrisa y clavo sus ojos negros inquisidores sobre mi.  “Ahaaaa… entonces Ignacio tiene razón, fuiste vos Emilia, cuando te haces la buenita es porque la culpable sos vos, si no estarías tratando de encontrar al malhechor”. “Te voy a matar”, me dijo ya mas enojada y puchereó.
Pero perdón… se me estrujo el corazón cuando la vi lagrimear. -Te juro Tina que yo no sabía que esa torta era para vender…sabés que soy goloza y la vi ahí en la heladera, tan linda, tan cremosa, el dulce de leche me llamaba, me decía veniii…comemeeee. No me pude resistir. Deberías haberme avisado, o haberle puesto un cartelito que dijera está vendida…
Perdón… le dije en vos baja, sabiendo que esa simple palabra no iba a enmendar la macana. Me sentía indigesta. La culpa me estaba matando. Que hacíamos ahora, en una hora esa torta mutilada debía estar decorada sobre la mesa de un bautismo.
Como siempre ella me tranquilizo a mi, me abrazo y con vos calmada me dijo “no importa, no te preocupes, vos cuídamelo a Nachito que ya veo como lo arreglo, pero ahora si que me debes la Barbie…y la moto de la Barbie y el Ken y toda la ropita”.
No pude evitar reírme a carcajadas, mirá que sos reprochona eh! 20 años y todavía me recriminas eso.