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miércoles, 10 de abril de 2013

LA ÚLTIMA VEZ QUE LO VÍ



De Sheila Acosta Anzalone




La última vez que lo vi sentí una congoja infinita. Cómo no afligime así, si él era, es, será el conocedor de todos mis territorios. El amante furtivo de todas mis geografías. Cómo no caer en la cuenta de los años, de ese inquebrantable lazo que nos une en mis orígenes.
La última vez que lo vi deseé que me poseyera para siempre. Surcar sus mundos profundos, escrutar uno a uno sus secretos. Trepidar ante su masculinidad absoluta. Necesité, me urgió su presencia inolvidable, pero me negué a que me arrastrara en su adversidad, en su soberbia mayúscula. A sus pies, como si además de su amante fuera su esclava. Un día se me aparecía manso, comprensivo, contestador de todas mis preguntas, y contestatario de todas las verdades que no lo son, o son verdades a medias, pobres verdades que él se atrevía a desdeñar, a cuestionar. Otro día se me figuraba adverso, implacable, infranqueable.
La última vez que lo vi lloré, me remonté a los recuerdos, nuestros recuerdos, los que construimos a través de las décadas. Nos arrogamos, nos apropiamos del derecho de hacerlo, nadie nos puede negar el decidir qué recuerdos priorizar, cuáles ocultar y cuántos negar. Para fortuna de muchos y resistencia de tantos, la memoria es libre como nuestra unión insondable. Nadie, ningún detractor, ningún inquisidor, podrá privarnos de la memoria. Ella se erige invulnerable como él, que me arranca lágrimas y sonrisas, felicidad y desconsuelo.
La última vez que lo vi, que navegué por sus efluvios amantes, por sus aguas fraternas, las de río ancho como la mar, ese día sentí que estaba en casa, que él, el inolvidable Río de la Plata era mi lecho, y con él y en sus cauces dormía cada una de mis noches desde ese día en el que, siendo sólo una niña, salí, broté de él para no volver, o para volver siempre, cada vez, en todos los instantes, por él y a través de él.

2 comentarios:

  1. "La última vez que lo vi, que navegué por sus efluvios amantes"... qué sensualidad tiene tu río. Me encantó!

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  2. Gracias, Nati, como mujer rioplatense procedente de ambas orillas se me ocurrió personificar esas aguas que crucé con cinco años en el Vapor de la Carrera, mientras el desarraigo pasaba a formar parte de mi biografía.

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