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viernes, 30 de diciembre de 2011

En alguna parte son las 6 de la tarde




 Por Indi López Castagna


Bueno, en esa época hacía mucho que a mi vida no le pasaba nada;  ni grande ni chico, ni lindo ni feo, una inercia, estable, contaste; horrible.
Suena el despertador (suceden cosas) abro los ojos; medio exaltado, una vez más iba a llegar tarde, ni bien termino de vestirme, más o menos presentable, corro a la cocina y la veo. Por un momento no hubo pensamientos; de ningún tipo; me pareció tan extraña su presencia que solo atiné a sentarme en silencio y tomar el café frío que me había estado esperando. No pronunció palabra.

El tiempo que estuvo viviendo conmigo (porque, aclaro, no vivimos juntos, ella vivió conmigo) fue surrealista, no fui, no pude ir más a trabajar desde esa mañana del café.
De mi trabajo llamaban, yo no atendía, no los atendía, a ellos ni a nadie; no sé por qué tenía teléfono, poco a poco los llamaros cesaron hasta extinguirse por completo.
Estaban todas sus cosas junto a las mías, encajaban perfectamente, como si ese lugar en el piso hubiera estado destinado siempre para sus pies al levantarse, o si este aire hubiera estado anhelando siempre ser ahumado por su cigarro.

No podría determinar en qué momento trasladó todo hasta aquí, trajo un tocadiscos, su tocadiscos, siempre quise un tocadiscos, trajo también (sólo por mencionar algunas) un juego de copas, biseladas, antiguas, hermosas, parecía que hubiera sacado esos objetos de mi imaginación y los hubiera materializado; ella también compartía la atracción (por no decir obsesión) por los relojes, de todo tipo; era una imagen verdaderamente poética verlos a todos en toda la casa, los de arena, de cuerda; de pila, los colgantes, de sol, los suyos los míos.
No quiero que se interprete que nuestra vida era perfecta, o que vivíamos en un idilio, ni mucho menos que éramos el uno para el otro (nunca le encontré sentido a esa teoría).
Había momentos oscuros.
Momentos en los que yo tal vez estaba pensando algo, masticando una idea, un concepto, desde hacía horas; y cuando por fin llegaba a una teoría, a una conclusión si se quiere, ella pronunciaba una frase, dos, tres renglones, terroríficamente pertinentes y tiraba abajo todo mi humilde concepto; me miraba a los ojos, no hacía ninguna mueca, con sus ojos bastaba; perversa satisfacción la que se leía en sus pupilas, por dejarme en evidencia, sentirse poderosa, demostrar una vez más lo corto de mi entendimiento, y lo vulnerable que me volvía ante ella.
El problema en verdad aparece cuando intento estimar el tiempo que vivió conmigo, no podría decir si fueron diez días o diez meses, a pesar de nuestra obsesión por el tiempo, ninguno lo sabía. Dicen que los días tienen veinticuatro horas, cada hora sesenta minutos, cada minuto sesenta segundos; pero puedo más que asegurar que como había días que duraban un suspiro, efímeros, casi inadvertidos, otros, en cambio, eran de una densidad insoportable, pesados, atascados, las horas se estiraban como un chicle en el desierto; sobre todo a las seis de la tarde - qué hora más repulsiva- era la peor, lo peor, mi mente se hundía en pozos insoslayables; yo no lo veía, pero sentía el barro.
La mañana se había ido, me despertó el timbre (los días habían perdido todo tipo de estructura); ella no estaba en casa. Sin poder eludirme, abrí la puerta.
Era mi hermano, (seis años mayor, felizmente casado, dos hijos, profesional, necesita renglones para escribir, las visitas familiares las designa para los domingos, hoy debe ser domingo, deduje).
Había venido solo, se llamaba                ; claramente tenía un nombre, no puedo recordarlo. Tal vez deba preocuparme. No.
Bueno ofrecí café (como de costumbre), lo terminó haciendo él, (como de costumbre), me preguntó cómo estaba, (como de costumbre); le contesto que muy bien (como de costumbre), me interrogó acerca de mi “aislamiento” y de por qué motivo no visitaba a mis padres, que estaban grandes, y que bla bla bla bla bla. Entonces pasaba algo que me divertía muchísimo, veía cómo su boca se movía  con vehemencia, su rostro adoptaba diferentes expresiones, gesticulaba, sus manos acompañaban el espíritu del discurso. Mi hermano ha formulado una pregunta, lo sé porque se ha callado (esperando que conteste) sus ojos adoptaron una actitud interrogante, inquisidora (esperando que yo conteste).
Mi boca empieza a emitir sonidos de repente, la escucho con atención, le decía a mi hermano algo como:
“-Sí, todo va bien, estoy mejor. Me dijo que tengo que ir menos seguido, estoy más tranquilo, salgo a andar en bici o hacer deporte más o menos regularmente, eso reduce mi ansiedad.” Claramente, el cien por ciento de esa respuesta, era una decorosa mentira.
Hubo silencio (al parecer mi mentira fue satisfactoria); miré mi taza de café, no lo había tocado, estaba frío, no me sorprendía, más allá de la temperatura; tenía un sabor extraño, no podría definirlo, tal vez no era el café en sí, sino el sabor a lo incómodo de la situación; un sabor mecanizado, químico, artificial, me recordaba algo, lo tomé igual, mientras tanto pensaba en qué bueno era el hecho de que mi hermano no haya hecho mención alguna acerca de la presencia de los objetos de ella, estaban por todas partes, el tocadiscos,  la ropa, la lámpara, todo.
Intenté despacharlo rápidamente, quería evitar la situación de presentarlos, tensión en el aire, él deduciendo que ella me llevaría irremediablemente a la decadencia y bla bla bla, no quería. No.
Se fue rápido. No fue difícil.
Me sentí aliviado por haber sorteado con éxito la situación, a la vez me sentía aplomado, extraño, me fui a dormir, sin siquiera esperarla.
Me desperté, desde la ventana se filtraba una luz diáfana, me encantaba ese momento. Dejé de lado la luz y caí en cuenta de que no sabía cuánto tiempo había dormido, qué fecha era; qué fecha había sido la visita de mi hermano; me desperté vacío, vacío de caos mental y de pensamientos en general, era una catástrofe, llegué a la sala, la angustia subió desde mi estómago se alojó en mi garganta e imprimió un sabor amargo en mi boca.
El tocadiscos no estaba; nada estaba. Intenté calmarme y pensar; hasta la atmósfera había cambiado, tenía un gusto tan real, no se percibía su perfume, corrí a la habitación y lo peor; había desaparecido su aroma en las sábanas, en la almohada, ni siquiera tenían olor a jabón de lavar ropa, tenían olor a nada, como si nunca hubiera pasado por ahí su persona.
Me estremecí.
Hizo frío de repente.
Recordé (esto fue como el útlimo recurso de mi mente) que yo tenía un cuaderno donde siempre escribía y pegaba cosas que me parecían interesante, un día me propuso escribir un cadáver exquisito, ella escribía tres líneas, cubría con otro papel las primeras dos, dejando ver la última, luego yo escribía tres líneas, ocultaba dos, dejaba ver una, y así hasta que quisiéramos que terminase.
Revolví el cuaderno con violencia, lo encontré, una sensación desagradable se apoderó de mí, parecían las seis de la tarde (yo no lo sabía, pero de hecho lo eran) la hoja; tres renglones escritos, (espacio en blanco) tres renglones escritos.
Espacio en blanco.
Estaba perturbado, no podía pensar, me acurruqué en la cama destendida.
Más allá de todo lo incomprensible, la extrañaba; nunca experimenté una conexión así con nadie, era como una extensión mía, sabía exactamente lo que estaba pensando.
Tenía total control sobre mí, ambos lo sabíamos, ella me controlaba de una forma deliberada, sutil, efectiva. No me importaba, mientras se llevase mi soledad, la moliera en un mortero y la enterrara en el patio al lado del limonero todo iba a andar bien.
Sonó el teléfono, corrí hacia él, tal vez la voz del otro lado pudiese brindarme algún tipo de información.
Una voz impersonal, monocorde, pronunció: “-Hola, sí, hablo con el Sr.            (dijo mi apellido, no puedo recordarlo, debería volver a preocuparme) llamaba para avisarle que el turno al cual se ausentó ayer deberá ser abonado de igual forma al no haberse contactado con la doctora para cancelarlo previamente.”
Le dije que no había mayor problema, me contestó entonces que la doctora me esperaba la semana entrante a la hora de siempre.
Había una “hora de siempre”, esto sólo me intrigó más, colgué el teléfono.
Hice un esfuerzo sobrehumano para recordar el número de mi hermano, fue en vano, busqué una tarjeta suya que tenía en la billetera. “Licenciado                    especialista en                  tel (númerosnúmerosnúmeros).
Ya estaba llamando, como era de esperar lo sorprendió mi llamada, bla bla bla, me preguntó cómo me sentía hoy, el tono me llamó la atención, tenía un matiz especial, bien bien respondí, por qué preguntas (sonó un poco agresivo de mi parte confieso). Pensé que ya te habías dado cuenta…dijo. Me precipité, comenzaba a exaltarme, la ansiedad crecía, él mantuvo silencio.
-¿Por qué no dijiste nada? ¿Por qué no preguntaste por las cosas que había y que bien sabías no eran mías?
-¿Qué cosas? ¿Qué cosas de quién ignoré? Te juro que no te entiendo. Dijo él.
-Estaba viviendo con alguien (respiré hondo), y sus cosas estaban a la vista, desde los muebles hasta su ropa.
Nuevamente ese silencio anudado, esos silencios que son producto de no saber qué decir; en él se mezclaba la tristeza y la lástima de comprender exactamente qué me había sucedido, no sé cuánto duró, pero no soporte más y corté la conversación.
De ella ni rastros, nunca había hablado de su pasado, ni tenía un teléfono a dónde llamar. Todo encajaba espantosamente. Me sentí confundido. Era como un espectro, un fantasma, un espejismo. Un espejismo. Mi imaginación. Lo supe, pero no quise convencerme.

Me dejé caer en el sillón, el día estaba naranja, y pensé que en algún lugar del mundo exactamente ahora eran las seis de la tarde.

Profesiones y zapatos


por Guadalupe Carsetti Ferreyra

Hoy hablaba con mi amiga Agus en el trabajo, y ella se ríe porque yo le digo que es re fácil darte cuenta qué profesión tienen los hombres, según su comportamiento, forma de vestir, o los zapatos que usan… Procedo a explicarte…
Empecemos por los abogados… traje, o estilo Legacy (pantalón pinzado y camisa adentro de colores claros), sus zapatos son mocasines de cuero, zapatos de cuero con cordoncito o estilo moderno… Muy apetecibles… Su ropa de fin de semana es jeans de última moda, camperita de cuero y zapatillas modernas, o continúan con estilo Legacy que va bien de día y de noche…
Su comportamiento se divide en tres: La primera categoría es la del Abogado Langa: soy lo más, hablo hasta por los codos y me llevo el mundo por delante… Caminan erguidos, muy seguros de sí mismos, y en general son ostentosos. La segunda categoría es la del abogado medio, seguros de sí mismos, pero tranquilos y nada ostentosos, son inteligentes y preocupados por la sociedad en la que viven, suelen ser profesores o trabajar en lugares como ministerios, o asociaciones sin fines de lucro. Y la tercera categoría es la del abogado nerd, generalmente flacos, con lentes, sumamente inteligentes, pero tímidos hasta la médula... Fácilmente confundidos con los ingenieros, pero con diferencias… sobre todo en los zapatos…
Por otro lado tenemos los contadores… Hombres que se creen más inteligentes de lo que realmente son, bastante ahorrativos por no decir ratones, y con una característica inconfundible… Los zapatones estilo storkman con suelota de goma, símil zapato cheto del abogado…
Los administradores de empresas son mezcla entre abogados y contadores… Mayor personalidad, pero la parte rata intacta!!!! Ahorrativos y previsores dicen ellos… Andaaaaaa!!!!!!
Los ingenieros son una clase de lo más variable, los civiles van desde el más clásico nerd, hasta el cheto consultor… Son inteligentes pero literales como el que más!
Generalmente sus zapatos van… desde zapatones suelota de goma, o mocasines de gamuza a zapatillas aparatosas…
Pocas veces andan de traje, a menos que hayan llegado a la categoría consultor exitoso, y lleven mucho tiempo en el empresariado claro está…
Los ingenieros en sistema son más modernos, andan por la calle con auriculares tamaño orejeras escuchando música y pasan sus días intentando agregarle aplicaciones al facebook o viendo cómo mejorar los iphone….
Los arquitectos suelen usar camisas a cuadros y mocasines de gamuza acompañados de un jean súper clásico como el wrangler… No siempre es un buen conjunto…
Otros, los obreros, es decir los que están en la obra la mayor parte del día, usan borcegos o zapatillas aparatosas, con un estilo semi legacy que nunca funciona de lo mejor…
Los empresarios y políticos son los mejor vestidos y son mucho menos ostentosos que los abogados, no necesitan alardear, están arriba y lo saben…
No así el aspirante a político… que generalmente es un abogado de la primera categoría, que todavía no consiguió separarse de sus padres, que seguramente los impulsaron a seguir esta carrera, ya que fueron militantes, u ocuparon un cargo en el pasado…
También están los aspirantes a políticos, que no tienen familia en el ambiente, y son jodidos, jodidos, no les importa pisar cabezas y conspiran hasta con el portero del edificio!!!
Los profes de educación física ni hace falta que los describa… pantalones de tela de avión adidas, camperita de tela de avión, zapatillas aparatosas y gorrita con visera… Inconfundibles.
Con esta misma vestimenta encontramos a los deportistas que no lograron el éxito, por lo que no tienen asesor de vestuario ni miles de euros que gastar…
Después vienen los artistas… que espécimen raro!!!! Desde el hippie que no me baño porque soy marxista hasta la médula, hasta el hippie chic que pasa horas acomodando su peinado con gel y rompiendo sus levi´s de $500 para que parezcan viejos…..
Otra pestaña en los artistas la tiene los alternativos, que anda a saber donde consiguen las camisas, pantalones acampanados y polleras multicolores que mezclan de una forma incomprensible pero que les queda pintada!!!!!
Finalmente tenemos a los RRPP sean profesionales o sólo vivan de su imagen… Son los dueños de restaurantes, bares y pubs de la Docta, que pasean sus rostros bronceados por el exceso de cama solar por todo lugar de moda que se les cruce, camperas de cuero, excesos de todo tipo, rodeados de jóvenes modelitos en busca de salir de anonimato…
Por supuesto que para toda regla hay una excepción, y ahí es donde aparecen los híbridos que no están ni en un lado ni en el otro… A veces con outfits excelentes y personalidades asombrosas… Otras veces con mezclas raras que desconciertan….
Y yo pienso que es así, y si bien hay veces que aparece una excepción a la regla que me da que pensar… La mayoría cumple excelentemente bien su función social, y lo mirás y antes que diga nada ya le sacaste la ficha… Vamos!!!! No me podés decir que no….
Estos son los más característicos, pero puedo seguir eh? Ya veremos si ponemos una parte dos…


domingo, 18 de diciembre de 2011

DETECTOR

Carolina Elena Astegiano

Completamente desilusionado por lo que había descubierto, Sakito Tokiama trató, por lo menos, de obtener algún rédito económico de su invento.
El “Detector del último pensamiento” era un aparato que servía para conocer el último pensamiento de una persona al momento de morir.
Junto con las autopsias médicas, se conectaba el Detector y así podía saberse en qué y en quién estaba pensando la víctima antes de ser tomada, prevista o imprevistamente, por la Dama Blanca.
El invento del siglo, que se había ya ganado numerosos premios –incluido el Nobel- y no menos millones, había sido codiciado por prestigiosos investigadores de todo el mundo, y gracias a la aplicación de ese novedoso método, pudieron resolverse innumerables causas.
En la mayoría de los casos, el último pensamiento de las víctimas era la invocación de una deidad, lo que dejó demostrado que todos los seres humanos, en mayor o menor medida, tienen la absoluta certeza de que después de este breve paso por la Tierra, viene otra dimensión, con la consecuente pedida de auxilio para el ingreso digno a ese otro espacio desconocido.
 Cuando la muerte era súbita, el último pensamiento era demasiado borroso y costaba decodificarlo: se mezclaban y superponían momentos, personas, lugares; en cambio, cuando la muerte se venía esperando, ya sea por una larga y dolorosa enfermedad o simplemente por vejez, las imágenes eran perfectas, nítidas, definidas, con predominio de imágenes de felicidad, prácticamente no había lágrimas, ni dolor.
Sakito venía trabajando en su invento desde hacía tiempo pero no se lo había contado a nadie, ni siquiera a su fiel y amada esposa, que pacientemente aguardaba detrás de esa puerta, mientras él trabajaba en “algo” que nadie sospechaba. Su amadísima esposa, la pobre mujer que, callada y sumisa, se desvivía por ese hombre. Sakito sabía que, luego de presentar al universo su invento, le daría a su mujer la merecida recompensa a tantos años de servicio.
El día de la presentación del Detector, Sakito se sintió demasiado nervioso. Colocó el invento dentro de un recipiente acondicionado y lo puso en su vehículo para el traslado. Su esposa, subyugada por el misterio de su marido, se sentó a su lado. Y ambos partieron hacia el lugar que los esperaba, bajo la mirada expectante de quién sabe cuánta gente y medios de comunicación.
Sakito conducía, pero los nervios lo socavaban. Le hacían temblar el pulso.
En un trágico momento, el coche que venía de frente impactó contra el suyo. En su mente todos los pensamientos se disputaban el primer plano. Pensó en su mujer, en sus hijos –ya grandes-, en su invento y en la terrible posibilidad de ser el primero en usarlo.
Cuando todo pasó, él supo que estaba vivo.
Pero… su esposa. ¡Su amada esposa! ¡¿Dónde estaba?! ¡¿Cómo estaba?!
La fatal noticia no tardó en llegar.
Con suma tristeza, con el dolor traspasando toda la piel de su cuerpo, extrajo el Detector, ante la mirada atónita de los presentes.
Lo conectó. Deseó saber con todo el corazón, qué se le habría cruzado por la mente a esa mujer que había compartido la mitad de su vida en ese minuto mortal.
Vio las imágenes borrosas, vio siluetas de personas que él reconoció de inmediato. Vio todos sus afectos, en una maraña extraña de movimientos, de luces y sombras, y esperó verse a sí mismo. Esperó que estuviera pensando en él en ese momento fatídico.
De pronto, vio la silueta de un hombre. ¡Ahí estaba él! Lo sabía. Amó a esa mujer a la que últimamente tanto había descuidado en pos de sus ambiciones personales.
Sin embargo, … ese hombre ¡no era él! Buscó con desesperación identificar a ese hombre desconocido. El extraño aparecía bastante seguido, y según los informes de los forenses, cada aparición de él se correspondía con síntomas de felicidad en el cuerpo muerto de ella.
Después de buscar y buscar, finalmente Sakito, su fiel esposo, nunca apareció en su pensamiento.
Se resignó a vivir de las regalías de su invento, a gozar de una fortuna inesperada, con la desesperanzadora desilusión de no haber sido el último pensamiento de su esposa.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Lola

de Natalia Spina



Está por comenzar la función. Miro desde un costado atrás del telón que el teatro está casi lleno. No lo puedo creer.  Está sucediendo. Después de un año entero de ensayos, manteniendo con firmeza y constancia mi papel desafiante de Lola, llegó el momento. Siento un vacío en el estómago hamacándose en el temblequeo de mis piernas.
Me hace feliz actuar.  A pesar de que mi padre y mi novio no aprueban esta pasión, comprendo perfectamente su postura y logré estar en este instante aquí, a cinco minutos de levantarse el telón, de apagarse las luces del público. Ellos no saben que estoy unida para siempre a los tablones, no se dan cuenta de que hablo con guiones adelante.  No les gustaría ver que salen de mí seres repudiables ni que me atrevo a sentir palabras ajenas a mi educación, a mi nivel.  Mi padre teme dudar de lo que cree que logró hacer de su hija y mi novio teme desconocerme. Teme verme enamorada de otra gente, teme observar el nacimiento de gestos que desconozca, teme enfrentarse a toda una legión de personas desconfiables. Ellos, puede ser que estén actuando pero… ¿yo?   
Quedará todo a oscuras y me ubicaré entonces en la cama, detrás de un gran velo.  Allí comenzará la primera escena.
 Veo al Director de la Comedia Cordobesa sentándose en la fila número seis, al lado del rector de la Universidad.  Me da mucho orgullo reconocer  a semejante talento dramaturgo y afirmar que es mi profesor de Teatro, el maestro de actores de esta obra.   Apenas había terminado la primera clase, en la Facultad de Letras, se acercó a mí y con su mano grande, de largos caminos sanguíneos y trazos ásperos pegados entre los dedos, me tocó el hombro.
  ­­–“Tenés talento”, me dijo con su tono seco y antipático. Me día vuelta y alcancé a rozar su mirada celeste, mares con oscuros y brillantes tesoros atrapados para siempre, y yo sentí que el mundo podía convertirse en un escenario y que mi cuerpo estaba cubierto con vestidos de todas las épocas; que yo era un infinito de personajes deambulantes por el mundo, de diferentes edades, oficios, historias, amores, familias.
 A partir de ese día, el recorrido desde casa hasta la facultad se convertía en un sendero apasionante.  Por él, caminaba la mártir condenada a la horca; la madre severa buscando al hijo vago, la chica enamorada que acaba de sufrir una terrible decepción, la prisionera guerrillera perdida en medio de la selva boliviana; la loca que se escapa del manicomio para matar a su marido; la prostituta feliz… A ella, a la mejor vendedora de emociones, a la hábil liberadora de nudos de amores imposibles, a la productora incansable de seducción, a la maestra de niñas olvidadas, a la más irreparable de las mujeres, a la diosa sublime, a dueña del Poderoso, del Magnífico Sexo, a ella, a esa, a ésta, representaría esta noche.  Hacía meses que la estaba conociendo e inexorablemente había comenzado a vestirse de mí.  Quise tener el protagónico porque soy así, soy egocéntrica, qué voy a hacer…mientras no le haga mal a nadie… Es una enorme tentación el llamado desafiante de los personajes centrales.  Merecen que los honren con exquisitos gestos y exclusivísimos  matices.  Son soberbios y tienen que ser amados.  Yo siempre quise ser amada; sé rebuscármelas para eso.
En el último ensayo, Alfredo, me preguntó si ya tenía decidido lo que  me iba a poner.
-¿Debería ser algo en especial?, respondí con necesidad urgente de que me revelara su deseo.
-Debería ser algo que saque lo más erótico de vos.
Y así como se acercó a susurrarme eso, se fue. 
Al alejarse se dio vuelta nuevamente y, en un discreto parpadeo, me indicó cual era mi herramienta erótica para esta ocasión.
Por tanto, fui a la casa de la empleada doméstica de mi madre que quedaba en un caluroso barrio de la periferia.  Laura era más o menos de mi diámetro frontal y cambiaba de novio permanentemente.  Lo cual era un buen síntoma de que despertaba aparentemente el instinto más primitivo del ser humano.
Me hizo pasar a su pieza. Había un gran espejo frente a la cama de dos plazas.  Tenía colgadas cintitas rojas, la medalla de San Cayetano, la estampita del gauchito Gil, un  rosario, el escudo de Belgrano y un poster de Rodrigo, el cuartetero.  Abrió un cajón muy chiquito de donde desbordaron corpiños y tangas con diseño animal print. En el fondo, un encaje negro delataba la presencia de la prenda en cuestión. 
Aquí estoy entonces, con un apretado corsé que transluce por los huecos de tul, mi piel; como guiñándote varios ojos.  Abajo sólo tengo una bombacha roja y unas medias de encaje tres cuartos del mismo color. Estoy lista para deslizarme en el lecho deformado del prostíbulo de Lola.
Es momento de salir. No soy más una espectadora.  Ahora camino hacia la cama iluminada tras una gasa fina. Mi cuerpo es una sombra chinesca. Es el contorno de una geisha sin kimono, de una amante despiadada. La lánguida sombra, como un pincel, traza mi cuerpo esbelto y dibuja mi melena, alisándose con mis brazos en alto. Luego ellos caen sobre las sábanas y las arrancan de la cama arrojándolas sobre  la estatua antigua de la Virgen del Carmen,  la Virgen adorada por mi abuela que lleva su mismo nombre. Simulo que algo me da vuelta abruptamente y caigo, ya de espaldas, levantando las piernas. Las abro. Apoyo luego los pies, dejando quebradas mis rodillas. Las abro lentamente y comienzo a sonar. Soy un arpa. Cien cuerdas arrancan su melodía sudorosa, llenando todos los huecos.  El silencio que escucho late excitado y una brisa invisible aroma con flujos la sala. Sigo, gimiendo.  Estoy dando un concierto y tengo todos los instrumentos encima.  Un ritmo galopante dirige la orquesta hasta que  la composición llega a su cumbre. Los tonos rompen los espacios de los pentagramas y se saltan las cuerdas de los violines, los chelos y las violas. Las flautas se ahogan y los tambores se rompen. Los platillos vibran extenuados y emito un largo suspiro...
  Me incorporo. Camino hacia una silla ubicada en el medio del escenario. Un tubo de luz me sigue. Me siento y entonces, una ola de realidad logra que yo, involuntariamente, alce la vista.  Parado, al final del pasillo está papá. A su lado, mi futuro esposo. El primero, apenas ve que lo miro, baja la cabeza y, mansamente, sale del salón.  El segundo permanece un momento  más.  Yo soy la que se levanta y sale corriendo. 


La conciencia me persigue susurrándome dolorosamente al oído.  Lola sólo podía vivir en un cuerpo que sea absolutamente de ella y yo se lo di.  Tanto, que, ahora que salgo,  antes de que termine la función, dejando atrás y para siempre esa tierra de engaños;  envuelta en un sobretodo de lana gris, no sé quién soy. La culpa me arrastra por las calles, lanzándome a la noche, como a una cualquiera… Llego a una esquina. Quiero cruzar.  Frena de a poco un auto negro. ¿Le estará cediendo el paso de peatón a mí, a Julia, o querrá preguntar a Lola cuánto cobra? Me tropiezo un poco con los tacos. No estoy acostumbrada a llevarlos. Practiqué, todos los días de este último mes, a caminar con ellos.  Yo uso siempre alpargatas de yute. Pero a Lola le gustan altos, de taco aguja y con la punta bien marcada. Rojos por supuesto. Rojos. Como la luz del semáforo que me frena, como la pintura de mi beso fingido, desparramada alrededor de mi boca.  Pienso en Juan. En nuestros seis años juntos. En su manera de ser formal, en sus discreciones, en sus rutinas, en su respeto. En ese montón de cosas juntas que viven al lado de las mías sueltas. ¿Qué necesidad había?...   ¿Cómo entendería que su novia le mintió durante mucho tiempo? Lo engañé. Bá… Julia lo engañó.  Le dijo que iba todos los jueves a acompañar a su abuela, cuando en realidad, iba a clases de teatro. Eso no está bien… Eso es decir mentiritas…  Sonrío. Ahora ya se puso verde. Puedo cruzar.  ¿La Avenida Patria será tan ancha como la 9 de julio porteña? Está bueno el sonido de los tacos sobre el asfalto mojado. Respiro profundamente. El hollín no huele tan mal…  Pobrecitos estos perros rompiendo las bolsas con basura y este pordiosero que me saluda desde su cama de cartón. – ¡Hola! Le contesto y me escucho por primera vez. Sigo por una vereda y paso por una larga vidriera. Negra y nublada. Allí aparezco. Una morocha de piernas bien usadas cuyo sobretodo va abriendo al avanzar, los telones de una obra sin estrenar.  Allí van sus muslos, sus rodillas, sus tobillos, acomodándose en el escenario del cordón de una vereda. La vereda de su esquina, teñida de antiguos escupitajos... Repentinamente me siento sola y rechazada. Ahora, el reflejo se platina con un auto. Un hombre, detrás de un vidrio polarizado que comienza a bajar.  Con las manos sobre el volante, saca un poco la cabeza y me dice: "Estoy buscando a Lola.  Ella no me conoce o quizás me haya visto pero nunca de cerca. ¿Le podrías preguntar si quiere venir conmigo esta noche?" Me quedo callada.  Todo lo que soy, está allí parado frente a ese hombre que me mira atravesándome  el cuerpo, prometiendo a Lola la noche más eterna, la mejor paga, la infinita.  Este Juan... siempre me termina sorprendiendo.   


CONSIGNA "SITUACIONES INCÓMODAS"


A veces es mejor no recordarlas... o las hemos visto y hemos sentido vergüenza ajena... Ciertas, injustas veces, dieron rumbo a nuestros destinos porque algo no se pudo explicar, o no hubo tiempo de pedir perdón. Otras veces simplemente no son tan profundas....son un simple papelón.  El desafío de esta semana es escribir en cualquier género, "situaciones incómodas". Suerte!!!

Necesito decirle







de Sophie

Estimado Alberto:


                          Hoy me fui con una amarga sensación, pretendo que este mail sea una forma de suavizar la tensión que quedó entre nosotros. 

                              Quiero en primerísimo lugar pedirte infinitas disculpas por mi desubicado mensaje de texto, estaba tan contenta de haber juntado el dinero que olvide todo tipo de protocolo; dispuse de tu tiempo sin preguntarte, y me imagino tu enojo al recibirlo a las ocho menos diez de la noche. No es mi estilo habitual y simplemente me siento avergonzada de haber sido tan impulsiva.

                              Por otro lado quiero también disculparme por haber hecho un comentario en tu oficina cuando apenas llegué sin tener en cuenta que estabas con un cliente, comentario fuera de lugar, que si bien era mi forma de manejar las cosas desde el humor no tuve en cuenta que había otras personas. Completamente desubicado también. 

                           Nuevamente quiero expresar que acepto de corazón todas las explicaciones que me diste y que tengo claro que no tendrías porque darlas... y que me las diste para tratar de mostrarme porque  es que pones un horario determinado. Por supuesto y sin discusión cada cual se organiza como quiere, y considera, y es horrible cuando un otro no respeta estos límites sobre todo cuando son antes avisados. 

                      También me gustaría poder expresarte que al entender y respetar estos límites agradezco profundamente que me atendiste para que yo pudiera pagar, pudiendo no hacerlo y aun en medio del enojo que esto te estaba generando... quiero que sepas que para mí no vale ahorrarme intereses si con eso tengo a una persona enojada conmigo por mi falta de respeto, en mi humilde opinión cuando decido hacer un favor realmente lo hago desde la amabilidad y no desde el enojo, para mi vale mucho más las relaciones personales que el dinero y con esto no estoy diciendo que para vos no...Sino que entiendo que vos en el afán de ayudarnos aun enojado me atendiste...yo en mis adentros hubiera pagado cada peso del interés que correspondía hasta el lunes si con eso podría haber evitado tu enojo.

                     Quiero también dejar sentado que es la primera vez que ocurre que vamos fuera de hora, y que pagar dentro de la fecha que estipula el contrato no es un favor que me hace la inmobiliaria sino algo que firmamos y acordamos, también quiero que sepas que pagar fuera de término pagando los intereses es una obligación que tengo y que valoro profundamente que traten que esto no ocurra, será mi problema financiero de ser así, y también estoy en mi derecho de pagar fuera de término pagando intereses, no hay necesidad tampoco de sermones en este aspecto. 

                       Nuestra relación netamente comercial tanto nosotras como locatarios de un inmueble que ustedes administran, y ustedes como clientes de mi negocio para mí es honorable y respetable. 
              Hemos cumplido siempre el contrato, hemos pagado intereses cuando correspondía, hemos pagado siempre en horarios propuesto salvo esta vez, y reconociendo claramente que esta vez me equivoque quiero que sepas que en honor a esta relación comercial no volverá a pasar una cosa asi,nunca mas....

                        Tu enojo hoy, te impedía escucharme y espero que al darme la oportunidad de leerme puedas leer lo que realmente quiero transmitir. Mis disculpas, mi reconocimiento de mi error, abuso y falta de respeto. y al mismo tiempo que al ser una "big girl" no necesito sermones... sé donde están los limites y sé que estás en tu derecho de hacerlos cumplir... agradezco que me hayas atendido porque sé que estabas en tu derecho de ni siquiera abrirme la puerta, estaba dispuesta a eso cuando fui... tan contenta de haber juntado la plata del alquiler al día siete del mes que aun cuando no me hubieras atendido hubiera estado feliz...sin discutirte nada, no soy de rogar.

                       Para mí hay seres detrás de cada rol que ocupamos en esta vida y  realmente es mucho más importante la relación entre los seres... y si con este mail logro suavizar un poquito tu enojo y el mío entonces habrá sido una buena idea... espero que así sea...soy cero soberbia, reconozco mis errores y quizá por eso me cuesta tanto que la gente me sermonee, porque para mí no es necesario...inmediatamente reconozco mi error y me disculpo y trato de reparar... es difícil en este caso la reparación, ojalá hubiera una forma que me lo digas... 

                       En fin... saludos.


viernes, 9 de diciembre de 2011

INSTRUCCIONES PARA PINTARSE LAS UÑAS Y NO MORIR EN EL INTENTO

por Guadalupe Carsetti Ferreyra


Primero y muy importante, distribuir el arsenal manicurístico sobre una mesa limpia y ordenada.
Algodón, hisopos, quitaesmalte, lima y dos o tres colores para decidir.
Una vez resuelto esto, sentarse en una silla cómoda, puedes agregar un almohadoncito porque vas a pasar un rato largo en la misma.
Segundo y más importante aún, antes de sentarte, ve al baño a vaciar la vejiga…
Ahora sí, siéntate lo más cómoda posible y ordena los productos de modo que veas bien donde está cada uno.
Ráscate la nariz, la oreja y todo lo que pueda picar, ya que una vez pintadas las uñas, es inadmisible!
Pasamos el quitaesmalte para limpiar las uñas, tengan o no esmalte previo…  Procedemos a limarlas, soplar, limarlas, soplar… Y así sucesivamente hasta que todas estén listas para ser pintadas. Si estás con tiempo, dales una pasadita más de quitaesmalte para sacarle toda la virutita que pueda haber quedado.
Ahora si, manos en alto, elegís el color…. Volvés a rascar todo lo usualmente pica luego…

Pasamos la primera mano, lo más prolijito posible, claro que si la prolijidad no es lo tuyo, para eso dejamos a mano los hisopos…
Ya tenemos la primera mano, movés tus deditos y los soplás hasta que se te enfrían las manos, que no sé porqué pero siempre se enfrían las manos…
Pasamos a la segunda y última pasada…. Nuevamente tratando que el temblor no deje marcas alrededor, sino adentro de la uñita pintamos…
Listo, volvemos a realizar el movimiento estilo preparándome para tocar el piano, ahí podés levantarte y agitar tus bracitos tratando de no golpear ninguna superficie compacta.
Y si Dios quiso y no sonó el timbre o te dieron ganas de volver al baño… Lo lograste!!!

domingo, 4 de diciembre de 2011

Un sueño de luz


por Virgina Luz Galván


Mi boca esta salada, mojada, estoy sin aliento, mis brazos cansados me sostienen  flotando, estoy en el agua ,un río o posiblemente el mar ; estoy perdiendo el conocimiento,  con cada bocanada de aire entra la aspereza del agua ; me estoy hundiendo, las olas son cada vez más fuertes los gritos de los demás son ensordecedores, me voy muy lentamente hacia abajo y todo parece más quieto, las expresiones desesperantes  ya no llegan a mis oídos, tengo un manojo de preguntas que quedan dando vueltas en mi cabeza y poco a poco voy sintiendo que me duermo, me hundo , me estoy yendo, me estaré muriendo?
De golpe algo tira de mi pie, me arrastra hasta la superficie, las aguas injustas me llevan hacia adentro, pero la fuerza del tirón es más, es un contacto conocido , familiar y cuando mi cara se descubre de agua y mis ojos que arden hasta las pupilas se animan a  ver la superficie, la veo a ella como siempre, sacándome del pozo, resolviendo las eternas dudas, no puedo creerlo mis pies tocan el suelo , nos abrazamos, yo la abrazo agradeciendo , el lugar me es desconocido y no tanto a la vez, antes había calles transitadas por mi y ahora todo estaba cubierto de agua y de cuerpos, algo pasó, algo difícil y terrible, ella no puede explicármelo o no lo necesita, pero algo pasó, algo no es igual, estamos solas.
Miro el cielo y veo objetos extraños  arriba, siento miedo o siento paz, no puedo saberlo. Los sentimientos están siendo muy distintos, es muy raro, me pregunto si esto es  “el fin del mundo” me pregunto por qué no estoy muerta, las luces del cielo iluminan como si fuera de día, pero es de noche, las luces del cielo… pueden ser naves, son naves, de golpe dejo de verlas, ella me llama para que entremos a una casa, tampoco entiendo porque estamos tan tranquilas.
En la casa hay gente sentada en el piso, como en un círculo , son alrededor de diez, algunas caras me suenan de antes, hablamos un rato de cómo estamos, de cómo nos sentimos, es muy raro todo, no puedo entender lo que está pasando, dicen que los demás están muertos, que en el planeta ya no queda nadie, solo estamos nosotros, a último momento llega un hombre, muy extraño, algo pelado, ya lo había visto quizás en mis sueños, o de otros lugares; ella  le dice: - pasá no empezamos todavía,  vi como te salías de tu cuerpo y sabía que ibas a llegar solo hasta aquí. Ellos se conocían, de siempre, de antes.
Más preguntas, parecía que todos sabían lo que ocurría menos yo -¿estamos muertos? pregunté  y en ese instante sin que nadie me dijera nada algo sin palabras me iluminó de un explosión de entendimiento que es inexplicable con palabras algo que jamás sentí , en un segundo me paso la vida , todos mis recorridos, mis sueños recurrentes, mi historia, la gente , las casualidades, los encuentros  y a pesar de saberme muerta, entendí que hacíamos ahí en esa casa , en este instante, sentados en el piso.
Hay que refundar el planeta y nosotros somos las almas que vamos a volver, pero tenemos que ponernos de acuerdo antes de nacer en el plano físico, para saber cómo vamos a organizar el planeta, una chica dijo algo acerca de acabar con el intercambio de dinero, yo me empecé a desesperar, me preguntaba  y les pregunté a todos  llorando, gritando con mil nudos en el “cuerpo” cómo hacemos para volver a construir, por dónde empezamos y si de nuevo nos olvidamos de los demás y si volvemos a creer que lo importante es estar bien en nuestra individualidad? ¿Y si volvemos a hacer de la vida un intercambio de papeles, de cosas?  ¿Y si volvemos  a vivir con personajes inventados? ¿Y si volvemos a mentir, a engañar? ¿Y si de nuevo creemos que lo mejor es estar separados? ¿Que el amor se trata de balcones y de casamientos? ¿Qué familia es tener hijos buenos? ¿Que crecer es formalizarse? ¿Que el cariño es meloso y que la frialdad es fortaleza? ¿Y si de nuevo miramos para otro lado cuando alguien está mal? ¿Y si de nuevo nos ponemos violentos? ¿Cómo garantizamos, cómo nos aseguramos a que todo no se va a podrir de nuevo eh?!!!?...
El hombre extraño me miró con ojos cómplices y mientras me respondía en su cara se iba esbozando una sonrisa - con la música, no te olvides de la música.


viernes, 2 de diciembre de 2011

INSTRUCTIVO PARA SER UN MAL VECINO

por María Livia Aghemo

Ser un mal vecino no es tarea fácil, he aquí un escueto instructivo de cómo lograrlo

Al  mudarse a su nuevo hogar no se presente ni salude a nadie del barrio.

2-     Al bajar los muebles de la mudanza, si alguien lo está mirando, emita un disimulado gruñido. “Grrrrr” estaría bien.
3-      Saque su basura en horarios alejados de la recolección, con las bolsas (de ser posible) algo rotas. De esta manera un hueso de pollo o costeleta asomará por la bolsa atrayendo a todos los perros del barrio que terminarán de romperla.
4-      No junte la basura que quedó desparramada en la vereda, trate de arrojar nuevos desechos sobre los antiguos. Son útiles para este fin: etiquetas de cigarrillo vacías, colillas de cigarrillos y chicles previamente masticados.
5-      Sea ruidoso: corra muebles, hable gritando y ponga música a un volumen suficientemente alto para que vibren los vidrios con los sonidos graves.
6-      Invite gente “indeseable” a su casa y compre unas gaseosas o cervezas para consumir en la vereda. De esta manera cumple con varios de los puntos anteriores al mismo tiempo: gritan, ponen música fuerte y tiran basura en la vía pública.
7-      Discuta con su pareja a los gritos diariamente. Deje las ventanas abiertas para que los vecinos escuchen o discuta directamente en la vereda. Si tiene posibilidades de elegir un horario es más efectivo en las primeras horas de la mañana así su vecino tiene acidez desde el desayuno; caso contrario, discuta en las últimas horas del día (cerca de la medianoche) para que su vecino padezca de insomnio.
8-      Posea dos gatos (cantidad mínima) y desentiéndase de ellos. Los gatos son muy útiles si no están atendidos, ya que:
·         Maullarán al sentir hambre.
·         Maullarán por la lluvia o el frío.
·         Maullarán al estar en celo.
·         Harán sus necesidades en el patio de los vecinos, llenándolo de un olor hediondo.
·         Si los ignora durante mucho tiempo, los gatos entrarán a la casa de su vecino trayéndole grandes inconvenientes.
·         No los esterilice, así se reproducirán y mayor cantidad de vecinos podrán importunar a su vecino.
9-      Por último, pero no menos importante, siempre que tenga oportunidad estacione su auto obstruyendo la cochera de los demás. Si le tocan el timbre y le piden que retire su auto: córralo. Nunca, pero nunca, pida disculpas.

INSTRUCCIONES PARA ESTERILIZAR UN CHUPETE

Cómo esterilizar un chupete (por una madre en plaza alta córdoba): primero póngase el chupete del niño en la boca y téngalo aprox un minuto, luego coloque coca cola en un vasito y enjuáguelo ahi, colóqueselo al niño y cada vez que el niño llore vuelva a remojarlo en coca y a dárselo.
Estan poniendo a prueba mi psiquis cerca de fin de año!!!!!

martes, 29 de noviembre de 2011

Para mí... la consigna más dificil.







Los grandes escritores logran ver de lo más previsible, un misterio.  Llegan a escribir palabras que te abren los ojos de un sexto sentido, de uno cuya vista, tacto, olfato, gusto  se despierta con las letras.
El protagonista de esta historia, hace arte sobre un prado.  Con nuestras palabras sensoriales, ESCRIBAMOS ALGO QUE NOS INSPIRE ESTE VIDEO. Realmente, el que lo logre, merece mención de honor de Palabras en Ronda y Palabras por Decir...mejor dicho, la copa del mundo! 

lunes, 21 de noviembre de 2011

Poesía de Lucrecia Martinez Nogueras

Esperado con ansias
Como el agua a un pájaro sediento
llegaste a mi lado

Tu mirada y tu palabra
Nublaron mi alma al no dejarme
ver el fondo de la cuestión
Ni el oro brilló tanto
Ni las olas rompieron tanto
como mi corazón al latir
Besos, abrazos y la piel
que nunca sentí que poseía
se apresaron sin piedad de tu pasión
Cuanta lectura infinita y que poca
mirada al corazón, que habló y sintió
estremeciéndose cada vez que nos mirábamos...
El amor sin enfrentar.... que cobardía al alma !!!
Como decirle gritando al viento los momentos que ansié compartir y que no pude...
Los sueños que pensé y nunca fueron,
La fe que nunca supe que tenia adentro, se animó a defender mi sentimiento.
Hasta el final, hasta sentir que ya había dado todo , pero no bastó
No bastó para tu exigencia, tu orgullo
para llenar tu refrigerio de dotes elegantes ...
Que frágil suenan hoy tus palabras
Cuando antes colmaban mis oídos...
Enfrentar un nuevo aire
Mirar al frente y lanzarme
Sentir la brisa y ver que sin vos
Puedo llegar a ver mejor
Hoy puedo sentir que puedo..
Ese latir ya dejó de sufrir
Ese amor ya pagó su deuda
Esa pasión , como el fuego, ya se apagó.
Y mi corazón dolido ya pidió perdón.

EL OPACADOR DE BODAS







de María Livia Aghemo


Malena me tiene enloquecido con los preparativos del casamiento, estoy trabajando y suena mi celular. Y así, como quien tira un dardo, pregunta:
-¿Preferís que los centros de mesa sean con azucenas o lirios?
- …
-¡Dale Mariano! Es algo urgente ¡Lo tenemos que resolver esta semana!
-Ay Malena, no es que no quiera opinar pero no sé cuáles son las azucenas, y tampoco sé cuáles son los lirios. Elegí vos mi amor, lo que más te guste.
-¡No! Tenemos que decidir juntos, yo para esta noche cuando nos encontremos a cenar te llevo unas fotos de cada uno y vos me decís que te parece.
-Bueno linda. Besitos.
Me tomo un migral. Me explota la cabeza y pienso que por la noche, tras culminar con una clase de botánica, me dolerá el doble.
¿Por qué las mujeres se pondrán así con su casamiento? Cuando le dije a Malena que yo no tenía intenciones de casarme se deshizo en lágrimas un mes completo y decía cosas acerca del vestido blanco, la unión espiritual, la base de la familia, la ilusión de su abuela…
Después de eso pensé “nos podríamos casar, una ceremonia tranquila, Malena va a estar muy feliz”. En el momento en que se lo dije lloró, estaba contenta, hubo cinco minutos de calma. Luego movió la cabeza de un lado a otro como para acomodarse el cabello, clavó su mirada en mí y ordenó:
-¡Vamos a organizar todo ya!
Así fue como terminé en esto, por mis buenas intenciones, por amor a Malena. Pero me excede, no sé distinguir entre el “beige” y el “vainilla” de los manteles, me da igual si entregamos o no suvenires, y la música prefiero que la elija el DJ. Soy un hombre como cualquier otro, hago como que escucho a mi novia pero estoy pensando en los problemas del trabajo.

Nos encontramos en un pequeño restaurante de comida peruana. Malena está hermosa, se puso unos jeans con una remera celeste (“lavanda” diría ella) y tiene el pelo suelto, eso me encanta. Pedimos ceviche y una botella de vino blanco. Enseguida saca las fotos de las flores y pide mi opinión:
-Me gustan las dos –contestó- elegí vos.
-Pero yo estoy indecisa, no sé cuál va a quedar mejor con los manteles y las servilletas.
-No sé, creo que los lirios que tienen ese tono lila adentro quedarían bien-arriesgo.
-¿Te parece? Yo creo que no, ese lila los hace tristes. Ya está, me decidí: mejor las azucenas ¿Qué opinas?
-Son hermosas-digo.
Pero pienso: ¿qué opino? Opino que estás loca, me preguntás que quiero y elegís lo opuesto.
Ahora saca la lista de invitados de su cartera, falta un mes para el casamiento y aún no podemos acordar acerca de todos. Malena invitó a su familia, incluso a sus primos segundos. Yo quiero que estén mis padres y mis amigos, no necesito a nadie más.
-Retomemos el tema de Marcelo-arremete.
-Malena, ya te dije que Marcelo tiene  que estar, es mi amigo de toda la vida; él es importante para mí . Si hasta me va a organizar la despedida de soltero.
-Pero viste lo que hizo en los casamientos de tus otros amigos…
-¡No hizo nada!
-Mirá, por algo todas las esposas le pusieron ese sobrenombre: “el opacador de bodas”.
Respiro profundo y me dispongo a escuchar una lista de delirios que Malena y las mujeres de mis amigos han hecho sobre Marcelo.
-Vos sabés de qué  hablo, en el casamiento de Damián fue con un smoking  de solapas doradas  y el novio  al lado de él parecía un mozo del servicio.  En el casamiento de Alejandro alquiló una limosina y la estacionó en el lugar donde tenía que parar el auto de los novios. En el casamiento de Esteban fue con una chica que estaba con un vestido largo y blanco, y todo el mundo creía que ella era la novia. ¡No quiero que arruine nuestro casamiento!
-Tranquilizate, yo voy a hablar con él y le voy a explicar que queremos un casamiento tranquilo. Mi amor, nada va a pasar. Va a ser nuestro día y todo va  a estar perfecto.
Malena me sonríe complacida, parece que fue el fin de la cuestión.

Pasan quince días que parecen eternos, por suerte ya no queda nada por decidir. Tenemos resuelto desde el moño que va arriba del auto hasta la noche de bodas en un hotel de lujo.
Mi secretaria abre la puerta y me dice:
-Está el señor Marcelo.
Tiene en la cara esa sonrisita que Marcelo les genera a todas las mujeres, esa expresión de diversión. Justo detrás de la sonrisa  de mi secretaria aparece él, también sonriente. De traje impecable vistiendo su metro ochenta, perfumado, con paso firme y me dice:
-Esta noche es tu despedida de soltero Marianito ¡No sabés como lo vas a pasar papá!

Marcelo organizó todo en la casa quinta de otro amigo. Voy llegando con el auto y veo que ya están los autos de los demás. Allá, en el patio, se ve el fuego prendido para el asado.
-Que bueno, un viernes de tranquilidad con amigos y un par de vasos de fernet.
Paso directo al patio y me reciben como si fuera un rey, cantan alegres. Se nota que todos ya me llevan varios vasos de ventaja.
El “gordo” se encarga del asado, que está exquisito: la entraña, las costillas, los chorizos, las morcillas; todo regado con el mejor de los vinos tintos.
Y después de tanta risa y tantos recuerdos, la verdad, ya tengo ganas de volver a mi departamento con Malena. Pero Marcelo se va a ofender, mejor me quedo una horita más.
En eso el “gordo” descorcha un champagne y nos sirve a todos, para brindar por mí; por el traidor que pasa del “equipo” de los solteros al “equipo” de los casados.
-Chicos, el brindis se hace en el living-grita Marcelo- ¡los invito a pasar!

Pasamos al living que de hogareño ya no tiene nada, parece más bien el VIP de un boliche: de todo para tomar, de todo para fumar, de todo para aspirar. ¡Cómo no me fui con Malena más temprano! Ahora ya no puedo huir. Miro a mi alrededor y todos están felices, como niños en un recreo. Marcelo pone una pastilla en mi copa y dice:
-¡Te lo tomás todo hasta el final!
Y yo, como un perro obediente, me lo tomo. Después de tomarlo pienso: ¿habrá sido viagra o éxtasis? Debe haber sido éxtasis,  porque viagra ¿para qué?
En ese instante suena el timbre, Marcelo abre y pasan cinco chicas. No sé si reírme o llorar. Si fue viagra es evidente para qué…
Me tiro en un sillón, me siento algo mareado. Las “chicas” se visten de maestras y sacan un puntero. Creo que todos mis amigos tienen puesto guardapolvos y juegan a la rayuela. Una de las “maestras” se me acerca y me dice:
-¡Alumno Caturelli  usted se portó muy mal! Lo voy a tener que castigar.
Miro mi ropa y me parece que yo también tengo puesto un guardapolvo. Este cretino de Marcelo me dio éxtasis. Ahí viene la “maestra” con el puntero, me agarra de la corbata para levantarme y me dice:
-¡Acompáñeme a la dirección!

Amanezco a las dos de la tarde, la cabeza me late dolorosamente. Tengo mi corbata importada atada al tobillo, y al tobillo lo tengo atado a la cama. A mi lado duerme una rubia, artificial; con una delantera impresionante, también artificial; y está desnuda, eso, la verdad, parece bastante natural.
La que me espera, ¿cómo salgo de acá? Lo único que pienso es en agarrar a Marcelo del cuello y sacarle esa sonrisa que tiene como tatuada en la cara.

Los días siguientes evito ver a Marcelo, hasta que todo se aquiete, hasta que pase el casamiento.
Con Malena también nos vemos poco, ella anda como loca entre tratamientos estéticos, manicura, pruebas del vestido de novia. Cuando me preguntó por mi despedida de soltero descubrí lo bueno que soy mintiendo, no dije nada y punto.

Hoy es el gran día. Hago todo con tranquilidad, quiero llegar a esta noche feliz y sereno.
A la tardecita me ducho, me afeito y comienzo  a vestirme. Mi mamá, emocionada, me ayuda a acomodar el moño de mi jaquet. Me miro en el espejo y me desconozco ¿cómo terminé acá? ¿Haciendo algo que juré que nunca iba a hacer? Pierdo un poco la calma que intenté conservar durante el día.
Suena mi celular, es Malena, habla a mil revoluciones por minuto. Dice que la humedad le arruinó el peinado, que anoche no pudo dormir, que su hermana le dio un tranquilizante pero no le hace efecto.
Respiro.
-Te veo en la iglesia-le digo.
Respiro.

Cuando llego a la iglesia ya hay gente en los bancos, y poco a poco llegan el resto de los invitados. El sacerdote me hace ubicar al lado del altar, me acompañan mis padres.
Espero.
Observo.
Todos hablan entre sí, señalando las flores, el atrio, y a mí. Miran por la puerta y yo también miro. Falsa alarma.
Espero unos minutos más.
La marcha nupcial suena como si estuviera anunciando el fin del mundo.
Entra Malena del brazo de su padre. Resplandeciente, derramando sonrisas, bella.
Al llegar a mi lado me sonríe y dice por lo bajo:
-Me hizo efecto el tranquilizante.
La ceremonia transcurre como una ensoñación, al salir de la iglesia lo veo a Marcelo. Lo observo: el traje no tiene solapas doradas.
Respiro.

El servicio de la fiesta es estupendo. Todos comen y toman alegres. Me sirvo varios bocaditos con camarones y después algunos con caviar. Me lo merezco, después de todo yo estoy pagando para que estas doscientas personas vengan a ver cómo me caso y aprovechen a comer hasta reventar.
Malena me saca a bailar a la pista, está exultante.  Se puso una capellina del cotillón y no se separa de su copita de champagne.
-Male, no tomes tanto, mirá que vos no estás acostumbrada-le digo.
-¡Tenemos  que disfrutar de nuestro día!-me contesta.
En ese instante pasa mi tío Hugo con mi tía Clara y me dicen:
-¿Viste nene la bandeja de plata que te regalamos?
-No tío, no la vi. Mañana con tranquilidad miro todos los regalos.
-No nene. Tenés que verla ahora. ES divina y le hicimos grabar tu nombre y el de Malena con la fecha del casamiento.
Me arrastran hasta la mesa de los regalos. Abrí cinco paquetes antes de encontrar el de la bandeja. Cuando finalmente lo encontramos hicieron llamar al fotógrafo para que “inmortalice” ese momento: tío Hugo, tía Clarita, la bandeja y yo.

Cuando logro librarme de mis tíos tomo una copa de champagne e intento localizar a Malena. No la veo por ningún lado. Nadie sabe dónde está. En realidad todos están alcoholizados y ni siquiera saben dónde están ellos mismos.
Tal vez Malena está descompuesta por el champagne. Entro al baño de damas y escucho unos sollozos.
Todas las puertas de los sanitarios están abiertas excepto la del medio. Me agacho en esa puerta y veo la tela del vestido de novia.
Sigo escuchando los sollozos. ¿Malena está llorando?
No quiero asustarla,  no le digo nada y voy al sanitario de al lado, me paro en el inodoro para asomarme por sobre la pared que divide ambos baños.
Lo primero que veo es la sonrisa tatuada en la cara de Marcelo, que me guiña el ojo mientras tiene sexo con mi mujer.