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sábado, 10 de diciembre de 2011

Lola

de Natalia Spina



Está por comenzar la función. Miro desde un costado atrás del telón que el teatro está casi lleno. No lo puedo creer.  Está sucediendo. Después de un año entero de ensayos, manteniendo con firmeza y constancia mi papel desafiante de Lola, llegó el momento. Siento un vacío en el estómago hamacándose en el temblequeo de mis piernas.
Me hace feliz actuar.  A pesar de que mi padre y mi novio no aprueban esta pasión, comprendo perfectamente su postura y logré estar en este instante aquí, a cinco minutos de levantarse el telón, de apagarse las luces del público. Ellos no saben que estoy unida para siempre a los tablones, no se dan cuenta de que hablo con guiones adelante.  No les gustaría ver que salen de mí seres repudiables ni que me atrevo a sentir palabras ajenas a mi educación, a mi nivel.  Mi padre teme dudar de lo que cree que logró hacer de su hija y mi novio teme desconocerme. Teme verme enamorada de otra gente, teme observar el nacimiento de gestos que desconozca, teme enfrentarse a toda una legión de personas desconfiables. Ellos, puede ser que estén actuando pero… ¿yo?   
Quedará todo a oscuras y me ubicaré entonces en la cama, detrás de un gran velo.  Allí comenzará la primera escena.
 Veo al Director de la Comedia Cordobesa sentándose en la fila número seis, al lado del rector de la Universidad.  Me da mucho orgullo reconocer  a semejante talento dramaturgo y afirmar que es mi profesor de Teatro, el maestro de actores de esta obra.   Apenas había terminado la primera clase, en la Facultad de Letras, se acercó a mí y con su mano grande, de largos caminos sanguíneos y trazos ásperos pegados entre los dedos, me tocó el hombro.
  ­­–“Tenés talento”, me dijo con su tono seco y antipático. Me día vuelta y alcancé a rozar su mirada celeste, mares con oscuros y brillantes tesoros atrapados para siempre, y yo sentí que el mundo podía convertirse en un escenario y que mi cuerpo estaba cubierto con vestidos de todas las épocas; que yo era un infinito de personajes deambulantes por el mundo, de diferentes edades, oficios, historias, amores, familias.
 A partir de ese día, el recorrido desde casa hasta la facultad se convertía en un sendero apasionante.  Por él, caminaba la mártir condenada a la horca; la madre severa buscando al hijo vago, la chica enamorada que acaba de sufrir una terrible decepción, la prisionera guerrillera perdida en medio de la selva boliviana; la loca que se escapa del manicomio para matar a su marido; la prostituta feliz… A ella, a la mejor vendedora de emociones, a la hábil liberadora de nudos de amores imposibles, a la productora incansable de seducción, a la maestra de niñas olvidadas, a la más irreparable de las mujeres, a la diosa sublime, a dueña del Poderoso, del Magnífico Sexo, a ella, a esa, a ésta, representaría esta noche.  Hacía meses que la estaba conociendo e inexorablemente había comenzado a vestirse de mí.  Quise tener el protagónico porque soy así, soy egocéntrica, qué voy a hacer…mientras no le haga mal a nadie… Es una enorme tentación el llamado desafiante de los personajes centrales.  Merecen que los honren con exquisitos gestos y exclusivísimos  matices.  Son soberbios y tienen que ser amados.  Yo siempre quise ser amada; sé rebuscármelas para eso.
En el último ensayo, Alfredo, me preguntó si ya tenía decidido lo que  me iba a poner.
-¿Debería ser algo en especial?, respondí con necesidad urgente de que me revelara su deseo.
-Debería ser algo que saque lo más erótico de vos.
Y así como se acercó a susurrarme eso, se fue. 
Al alejarse se dio vuelta nuevamente y, en un discreto parpadeo, me indicó cual era mi herramienta erótica para esta ocasión.
Por tanto, fui a la casa de la empleada doméstica de mi madre que quedaba en un caluroso barrio de la periferia.  Laura era más o menos de mi diámetro frontal y cambiaba de novio permanentemente.  Lo cual era un buen síntoma de que despertaba aparentemente el instinto más primitivo del ser humano.
Me hizo pasar a su pieza. Había un gran espejo frente a la cama de dos plazas.  Tenía colgadas cintitas rojas, la medalla de San Cayetano, la estampita del gauchito Gil, un  rosario, el escudo de Belgrano y un poster de Rodrigo, el cuartetero.  Abrió un cajón muy chiquito de donde desbordaron corpiños y tangas con diseño animal print. En el fondo, un encaje negro delataba la presencia de la prenda en cuestión. 
Aquí estoy entonces, con un apretado corsé que transluce por los huecos de tul, mi piel; como guiñándote varios ojos.  Abajo sólo tengo una bombacha roja y unas medias de encaje tres cuartos del mismo color. Estoy lista para deslizarme en el lecho deformado del prostíbulo de Lola.
Es momento de salir. No soy más una espectadora.  Ahora camino hacia la cama iluminada tras una gasa fina. Mi cuerpo es una sombra chinesca. Es el contorno de una geisha sin kimono, de una amante despiadada. La lánguida sombra, como un pincel, traza mi cuerpo esbelto y dibuja mi melena, alisándose con mis brazos en alto. Luego ellos caen sobre las sábanas y las arrancan de la cama arrojándolas sobre  la estatua antigua de la Virgen del Carmen,  la Virgen adorada por mi abuela que lleva su mismo nombre. Simulo que algo me da vuelta abruptamente y caigo, ya de espaldas, levantando las piernas. Las abro. Apoyo luego los pies, dejando quebradas mis rodillas. Las abro lentamente y comienzo a sonar. Soy un arpa. Cien cuerdas arrancan su melodía sudorosa, llenando todos los huecos.  El silencio que escucho late excitado y una brisa invisible aroma con flujos la sala. Sigo, gimiendo.  Estoy dando un concierto y tengo todos los instrumentos encima.  Un ritmo galopante dirige la orquesta hasta que  la composición llega a su cumbre. Los tonos rompen los espacios de los pentagramas y se saltan las cuerdas de los violines, los chelos y las violas. Las flautas se ahogan y los tambores se rompen. Los platillos vibran extenuados y emito un largo suspiro...
  Me incorporo. Camino hacia una silla ubicada en el medio del escenario. Un tubo de luz me sigue. Me siento y entonces, una ola de realidad logra que yo, involuntariamente, alce la vista.  Parado, al final del pasillo está papá. A su lado, mi futuro esposo. El primero, apenas ve que lo miro, baja la cabeza y, mansamente, sale del salón.  El segundo permanece un momento  más.  Yo soy la que se levanta y sale corriendo. 


La conciencia me persigue susurrándome dolorosamente al oído.  Lola sólo podía vivir en un cuerpo que sea absolutamente de ella y yo se lo di.  Tanto, que, ahora que salgo,  antes de que termine la función, dejando atrás y para siempre esa tierra de engaños;  envuelta en un sobretodo de lana gris, no sé quién soy. La culpa me arrastra por las calles, lanzándome a la noche, como a una cualquiera… Llego a una esquina. Quiero cruzar.  Frena de a poco un auto negro. ¿Le estará cediendo el paso de peatón a mí, a Julia, o querrá preguntar a Lola cuánto cobra? Me tropiezo un poco con los tacos. No estoy acostumbrada a llevarlos. Practiqué, todos los días de este último mes, a caminar con ellos.  Yo uso siempre alpargatas de yute. Pero a Lola le gustan altos, de taco aguja y con la punta bien marcada. Rojos por supuesto. Rojos. Como la luz del semáforo que me frena, como la pintura de mi beso fingido, desparramada alrededor de mi boca.  Pienso en Juan. En nuestros seis años juntos. En su manera de ser formal, en sus discreciones, en sus rutinas, en su respeto. En ese montón de cosas juntas que viven al lado de las mías sueltas. ¿Qué necesidad había?...   ¿Cómo entendería que su novia le mintió durante mucho tiempo? Lo engañé. Bá… Julia lo engañó.  Le dijo que iba todos los jueves a acompañar a su abuela, cuando en realidad, iba a clases de teatro. Eso no está bien… Eso es decir mentiritas…  Sonrío. Ahora ya se puso verde. Puedo cruzar.  ¿La Avenida Patria será tan ancha como la 9 de julio porteña? Está bueno el sonido de los tacos sobre el asfalto mojado. Respiro profundamente. El hollín no huele tan mal…  Pobrecitos estos perros rompiendo las bolsas con basura y este pordiosero que me saluda desde su cama de cartón. – ¡Hola! Le contesto y me escucho por primera vez. Sigo por una vereda y paso por una larga vidriera. Negra y nublada. Allí aparezco. Una morocha de piernas bien usadas cuyo sobretodo va abriendo al avanzar, los telones de una obra sin estrenar.  Allí van sus muslos, sus rodillas, sus tobillos, acomodándose en el escenario del cordón de una vereda. La vereda de su esquina, teñida de antiguos escupitajos... Repentinamente me siento sola y rechazada. Ahora, el reflejo se platina con un auto. Un hombre, detrás de un vidrio polarizado que comienza a bajar.  Con las manos sobre el volante, saca un poco la cabeza y me dice: "Estoy buscando a Lola.  Ella no me conoce o quizás me haya visto pero nunca de cerca. ¿Le podrías preguntar si quiere venir conmigo esta noche?" Me quedo callada.  Todo lo que soy, está allí parado frente a ese hombre que me mira atravesándome  el cuerpo, prometiendo a Lola la noche más eterna, la mejor paga, la infinita.  Este Juan... siempre me termina sorprendiendo.   


CONSIGNA "SITUACIONES INCÓMODAS"


A veces es mejor no recordarlas... o las hemos visto y hemos sentido vergüenza ajena... Ciertas, injustas veces, dieron rumbo a nuestros destinos porque algo no se pudo explicar, o no hubo tiempo de pedir perdón. Otras veces simplemente no son tan profundas....son un simple papelón.  El desafío de esta semana es escribir en cualquier género, "situaciones incómodas". Suerte!!!

Necesito decirle







de Sophie

Estimado Alberto:


                          Hoy me fui con una amarga sensación, pretendo que este mail sea una forma de suavizar la tensión que quedó entre nosotros. 

                              Quiero en primerísimo lugar pedirte infinitas disculpas por mi desubicado mensaje de texto, estaba tan contenta de haber juntado el dinero que olvide todo tipo de protocolo; dispuse de tu tiempo sin preguntarte, y me imagino tu enojo al recibirlo a las ocho menos diez de la noche. No es mi estilo habitual y simplemente me siento avergonzada de haber sido tan impulsiva.

                              Por otro lado quiero también disculparme por haber hecho un comentario en tu oficina cuando apenas llegué sin tener en cuenta que estabas con un cliente, comentario fuera de lugar, que si bien era mi forma de manejar las cosas desde el humor no tuve en cuenta que había otras personas. Completamente desubicado también. 

                           Nuevamente quiero expresar que acepto de corazón todas las explicaciones que me diste y que tengo claro que no tendrías porque darlas... y que me las diste para tratar de mostrarme porque  es que pones un horario determinado. Por supuesto y sin discusión cada cual se organiza como quiere, y considera, y es horrible cuando un otro no respeta estos límites sobre todo cuando son antes avisados. 

                      También me gustaría poder expresarte que al entender y respetar estos límites agradezco profundamente que me atendiste para que yo pudiera pagar, pudiendo no hacerlo y aun en medio del enojo que esto te estaba generando... quiero que sepas que para mí no vale ahorrarme intereses si con eso tengo a una persona enojada conmigo por mi falta de respeto, en mi humilde opinión cuando decido hacer un favor realmente lo hago desde la amabilidad y no desde el enojo, para mi vale mucho más las relaciones personales que el dinero y con esto no estoy diciendo que para vos no...Sino que entiendo que vos en el afán de ayudarnos aun enojado me atendiste...yo en mis adentros hubiera pagado cada peso del interés que correspondía hasta el lunes si con eso podría haber evitado tu enojo.

                     Quiero también dejar sentado que es la primera vez que ocurre que vamos fuera de hora, y que pagar dentro de la fecha que estipula el contrato no es un favor que me hace la inmobiliaria sino algo que firmamos y acordamos, también quiero que sepas que pagar fuera de término pagando los intereses es una obligación que tengo y que valoro profundamente que traten que esto no ocurra, será mi problema financiero de ser así, y también estoy en mi derecho de pagar fuera de término pagando intereses, no hay necesidad tampoco de sermones en este aspecto. 

                       Nuestra relación netamente comercial tanto nosotras como locatarios de un inmueble que ustedes administran, y ustedes como clientes de mi negocio para mí es honorable y respetable. 
              Hemos cumplido siempre el contrato, hemos pagado intereses cuando correspondía, hemos pagado siempre en horarios propuesto salvo esta vez, y reconociendo claramente que esta vez me equivoque quiero que sepas que en honor a esta relación comercial no volverá a pasar una cosa asi,nunca mas....

                        Tu enojo hoy, te impedía escucharme y espero que al darme la oportunidad de leerme puedas leer lo que realmente quiero transmitir. Mis disculpas, mi reconocimiento de mi error, abuso y falta de respeto. y al mismo tiempo que al ser una "big girl" no necesito sermones... sé donde están los limites y sé que estás en tu derecho de hacerlos cumplir... agradezco que me hayas atendido porque sé que estabas en tu derecho de ni siquiera abrirme la puerta, estaba dispuesta a eso cuando fui... tan contenta de haber juntado la plata del alquiler al día siete del mes que aun cuando no me hubieras atendido hubiera estado feliz...sin discutirte nada, no soy de rogar.

                       Para mí hay seres detrás de cada rol que ocupamos en esta vida y  realmente es mucho más importante la relación entre los seres... y si con este mail logro suavizar un poquito tu enojo y el mío entonces habrá sido una buena idea... espero que así sea...soy cero soberbia, reconozco mis errores y quizá por eso me cuesta tanto que la gente me sermonee, porque para mí no es necesario...inmediatamente reconozco mi error y me disculpo y trato de reparar... es difícil en este caso la reparación, ojalá hubiera una forma que me lo digas... 

                       En fin... saludos.


viernes, 9 de diciembre de 2011

INSTRUCCIONES PARA PINTARSE LAS UÑAS Y NO MORIR EN EL INTENTO

por Guadalupe Carsetti Ferreyra


Primero y muy importante, distribuir el arsenal manicurístico sobre una mesa limpia y ordenada.
Algodón, hisopos, quitaesmalte, lima y dos o tres colores para decidir.
Una vez resuelto esto, sentarse en una silla cómoda, puedes agregar un almohadoncito porque vas a pasar un rato largo en la misma.
Segundo y más importante aún, antes de sentarte, ve al baño a vaciar la vejiga…
Ahora sí, siéntate lo más cómoda posible y ordena los productos de modo que veas bien donde está cada uno.
Ráscate la nariz, la oreja y todo lo que pueda picar, ya que una vez pintadas las uñas, es inadmisible!
Pasamos el quitaesmalte para limpiar las uñas, tengan o no esmalte previo…  Procedemos a limarlas, soplar, limarlas, soplar… Y así sucesivamente hasta que todas estén listas para ser pintadas. Si estás con tiempo, dales una pasadita más de quitaesmalte para sacarle toda la virutita que pueda haber quedado.
Ahora si, manos en alto, elegís el color…. Volvés a rascar todo lo usualmente pica luego…

Pasamos la primera mano, lo más prolijito posible, claro que si la prolijidad no es lo tuyo, para eso dejamos a mano los hisopos…
Ya tenemos la primera mano, movés tus deditos y los soplás hasta que se te enfrían las manos, que no sé porqué pero siempre se enfrían las manos…
Pasamos a la segunda y última pasada…. Nuevamente tratando que el temblor no deje marcas alrededor, sino adentro de la uñita pintamos…
Listo, volvemos a realizar el movimiento estilo preparándome para tocar el piano, ahí podés levantarte y agitar tus bracitos tratando de no golpear ninguna superficie compacta.
Y si Dios quiso y no sonó el timbre o te dieron ganas de volver al baño… Lo lograste!!!

domingo, 4 de diciembre de 2011

Un sueño de luz


por Virgina Luz Galván


Mi boca esta salada, mojada, estoy sin aliento, mis brazos cansados me sostienen  flotando, estoy en el agua ,un río o posiblemente el mar ; estoy perdiendo el conocimiento,  con cada bocanada de aire entra la aspereza del agua ; me estoy hundiendo, las olas son cada vez más fuertes los gritos de los demás son ensordecedores, me voy muy lentamente hacia abajo y todo parece más quieto, las expresiones desesperantes  ya no llegan a mis oídos, tengo un manojo de preguntas que quedan dando vueltas en mi cabeza y poco a poco voy sintiendo que me duermo, me hundo , me estoy yendo, me estaré muriendo?
De golpe algo tira de mi pie, me arrastra hasta la superficie, las aguas injustas me llevan hacia adentro, pero la fuerza del tirón es más, es un contacto conocido , familiar y cuando mi cara se descubre de agua y mis ojos que arden hasta las pupilas se animan a  ver la superficie, la veo a ella como siempre, sacándome del pozo, resolviendo las eternas dudas, no puedo creerlo mis pies tocan el suelo , nos abrazamos, yo la abrazo agradeciendo , el lugar me es desconocido y no tanto a la vez, antes había calles transitadas por mi y ahora todo estaba cubierto de agua y de cuerpos, algo pasó, algo difícil y terrible, ella no puede explicármelo o no lo necesita, pero algo pasó, algo no es igual, estamos solas.
Miro el cielo y veo objetos extraños  arriba, siento miedo o siento paz, no puedo saberlo. Los sentimientos están siendo muy distintos, es muy raro, me pregunto si esto es  “el fin del mundo” me pregunto por qué no estoy muerta, las luces del cielo iluminan como si fuera de día, pero es de noche, las luces del cielo… pueden ser naves, son naves, de golpe dejo de verlas, ella me llama para que entremos a una casa, tampoco entiendo porque estamos tan tranquilas.
En la casa hay gente sentada en el piso, como en un círculo , son alrededor de diez, algunas caras me suenan de antes, hablamos un rato de cómo estamos, de cómo nos sentimos, es muy raro todo, no puedo entender lo que está pasando, dicen que los demás están muertos, que en el planeta ya no queda nadie, solo estamos nosotros, a último momento llega un hombre, muy extraño, algo pelado, ya lo había visto quizás en mis sueños, o de otros lugares; ella  le dice: - pasá no empezamos todavía,  vi como te salías de tu cuerpo y sabía que ibas a llegar solo hasta aquí. Ellos se conocían, de siempre, de antes.
Más preguntas, parecía que todos sabían lo que ocurría menos yo -¿estamos muertos? pregunté  y en ese instante sin que nadie me dijera nada algo sin palabras me iluminó de un explosión de entendimiento que es inexplicable con palabras algo que jamás sentí , en un segundo me paso la vida , todos mis recorridos, mis sueños recurrentes, mi historia, la gente , las casualidades, los encuentros  y a pesar de saberme muerta, entendí que hacíamos ahí en esa casa , en este instante, sentados en el piso.
Hay que refundar el planeta y nosotros somos las almas que vamos a volver, pero tenemos que ponernos de acuerdo antes de nacer en el plano físico, para saber cómo vamos a organizar el planeta, una chica dijo algo acerca de acabar con el intercambio de dinero, yo me empecé a desesperar, me preguntaba  y les pregunté a todos  llorando, gritando con mil nudos en el “cuerpo” cómo hacemos para volver a construir, por dónde empezamos y si de nuevo nos olvidamos de los demás y si volvemos a creer que lo importante es estar bien en nuestra individualidad? ¿Y si volvemos a hacer de la vida un intercambio de papeles, de cosas?  ¿Y si volvemos  a vivir con personajes inventados? ¿Y si volvemos a mentir, a engañar? ¿Y si de nuevo creemos que lo mejor es estar separados? ¿Que el amor se trata de balcones y de casamientos? ¿Qué familia es tener hijos buenos? ¿Que crecer es formalizarse? ¿Que el cariño es meloso y que la frialdad es fortaleza? ¿Y si de nuevo miramos para otro lado cuando alguien está mal? ¿Y si de nuevo nos ponemos violentos? ¿Cómo garantizamos, cómo nos aseguramos a que todo no se va a podrir de nuevo eh?!!!?...
El hombre extraño me miró con ojos cómplices y mientras me respondía en su cara se iba esbozando una sonrisa - con la música, no te olvides de la música.