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viernes, 21 de diciembre de 2012

La Navidad, el nacimiento de Palabras en Ronda




Queridas escritoras, estimadísimos lectores de "Palabras en Ronda":

Ameritan estas ocasiones que dediquemos un tiempito a ellas. Esta vez la Navidad y el Año Nuevo, son un amplísimo espectro de disparadores internos para ponernos a escribir.

No quisiera venir con ideas o comentarios que considero un poco trillados como... "nacimiento de algo"..."finalización, balance del otro" pero hay que ser humilde y creo que de esos dos sustantivos, aparecen muchos verbos activos pemanentemente en nuestro sentir. A mí se me figura en ese plano navideño, contarles a ustedes el comienzo de Palabras en Ronda. Para esto es necesario hablar de alguien.

Lalo.

En aquel tiempo, alrededor de la navidad de 2010, este amigo de mi esposo y regalo inmenso de amistad para mí, apareció una tarde en casa y me dijo de repente: "vengo a realizar un pacto con vos". 
Es un ser muy especial, analítico pero no complicado, y lo respeto muchísimo por su cultura, su constante búsqueda de enseñanzas, su pasión innata por la conducta de los seres humanos y sobre todo por la nobleza y capacidad de amar que lleva y dispersa por el mundo.
Las personas que conversan con él perciben que pueden quedarse horas y horas sin darse cuenta del paso del tiempo. Al terminar la charla que tengas  -no porque tuviera un fin sino porque él siempre recuerda un pendiente de su santa esposa, querida amiga mía- sentís que has sido cuestionado profundamente, con preguntas agudas pero benévolas, que te has visto obligado a reflexionar sin sentirte por esto mal (todo lo contrario), que hubo alguien que se interesó por vos y te escuchó mucho, mucho. Te leyó entre líneas pero no te sentís invadido sino gratamente descubierto y valorado. 
El te vuela. Avanza y te sondea. Sabe donde están los remolinos y tiene estrategias para enfrentarlos. Creo que por eso es piloto de aviación. Porque es la manera clara, concreta, ilustrativa y sustentable de ser él mismo. Él vuela...y conduce aviones; acciones totalmente diferentes. 
Conduciendo  transportes aereos en un lejano país, se sustenta y puedo considerar que es feliz. Pero volando, con todo lo que que ello implica, es pleno. Sobre todo desde que se  cayó de su parapente y se quebró toda su estructura ósea, perforando así sus pulmones y lastimando órganos internos vitales, teniendo que vivir ahora con hierros, clavos y tornillos, conviviendo para siempre con el dolor.
 Sí. Le pasó eso. Y es un privilegiado. La plenitud del ser está en la experiencia de no ser. El sabe mejor que nadie y como nunca antes lo que es volar, desde que no puede más hacerlo con un instrumento. Ahora vuela a otros, les enseña y los sostiene. Ni hablar de los vuelos que tiene en el cielo de sí mismo.
Pero les contaba que vino a proponerme un pacto. 
Desde que tuvo su accidente, siente una imperiosa necesidad de comunicarse, de expresarse y pensó en escribir un libro. Para esto, buscó capacitarse intensamente, practicó y necesitó establecerse un plazo, una meta para exigirse concretarla. Y se encontró con que yo necesitaba algo parecido.

Yo escribo desde los siete años. Nunca dejé de escribir mi diario. Lo escribí en poesía y prosa. Lo redacté mal y bien. Vivió a la par mía. De mis metas para mañana, de mi realidad de hoy, del implacable ayer. Es el único que atravesó conmigo la epilepsia durante toda mi vida.

Probablemente, no se si fue conciente de ello, Lalo viera que yo también volaba hacia rato y me caía como insistentemente.

Sabía que me gustaba escribir y atendió a ese detalle.

“Escribamos. Pongamos una fecha. Ese día nos mostramos lo que escribimos”.

Le propuse el 23 de febrero. Resumiendo, yo escribí algo muy malo y le presenté “Palabras en Ronda”. El no me mostró nada escrito pero me dijo que había descubierto que era mejor y se sentía más feliz con las palabras cuando las hablaba y no cuando las escribía. Él es un orador. Siempre lo fue. Un “orador volador” o un ave que habla, como lo quieran ver.

Todo este relato, para mí es indispensable que conozcan, a la hora de saber qué es ese lugar virtual que contiene nuestras palabras, a nuestra manera. Quién es esa que te postea el blog de vez en cuando. Tenían que saber quién era Lalo. Es el creador también de sus espacios de vuelo.

Dejo estas palabras. Espero como siempre, surjan las suyas y las compartan.
Les estoy agradecida hasta el infinito, donde está lo mejor de mí, lo que quiero guardar para siempre y compartir uniendo en una ronda: todas las palabras.

Feliz Navidad y un intenso y productivo Año Nuevo!!!

 




Nati

martes, 18 de diciembre de 2012

RECUERDOS QUE ACOMPAÑAN



De Verónica Nicotra





Recordando días felices, los colores fueron perdiendo su brillo, haciendo difícil el camino que transitaba buscando tu sonrisa y la luz de tus ojos para crear, construir las huellas hacia el cierre de aquellas heridas que tu ausencia marcaron mis días de soledad, repletos de vacío.


Recordando días felices, encuentro en mi interior todos aquellos tiernos momentos que son los que sensaciones en mí producen, con el deseo de cubrirlos para que nunca se borren.


Transitando todos los caminos de aquellos, nuestros momentos, se me escapan los detalles de cada situación que pasamos, encontrándose con nuevas y contrarias emociones que son los que no deseo cargar por que la rutina diaria es difícil de llevar.


Pasan los instantes diarios y de a poco me doy cuenta que mi corazón late desgarrado, como queriendo olvidar todo dolor y buscar nuevas luces que guíen mi senderos mucho más calmos, serenos colmados de aprendizajes.


Hoy recuerdo aquellos días felices y con nostalgia me pregunto por que ¿??

lunes, 17 de diciembre de 2012

La espera


De Thelma Molina Perazolo



“En ese momento de su vida,

la espera pareció haber concluido”.



Siento que estoy en un callejón, acorralada... He agotado todos los recursos sin obtener resultados.

Él me conoce mejor que nadie, sabe mi nombre, dónde vivo, todos mis movimientos... Yo no sé nada, sólo que desde hace meses es mi cazador, un fantasma que salido de las profundidades del averno aparece súbitamente, paralizándome por el sorpresivo terror que me inspira. ¡Me encuentro infinitamente sola, esperándolo!...

¡Porque sí! aguardo, busco con la mirada por todos lados, al no estar me intranquilizo, cuando surge ante mí soy un animal a punto de ser apresada...

Sentada en el ómnibus detrás suyo, observo, bajará en el mismo lugar que yo... estamos llegando, con movimientos felinos dirige su andar hacia la puerta de descenso, hago lo contrario, el conductor mueve la cabeza extrañado, corro ciegamente hasta mi casa, mis manos tiemblan, no puedo colocar la llave en la cerradura... abro, me apoyo contra la puerta cerrándola, el corazón va a escaparse de mi pecho. Me recibe con manifestaciones de cariño mi perra, el timbre suena, ella ladra y los sonidos se entremezclan produciendo un grito lastimero. Busco refugio ocultándome en el rincón de la habitación abrazada a mi mascota, sujeto fuertemente su hocico, cierro los ojos para no saber... espero. Escucho pasos que se aproximan cada vez más cerca, y yo inmóvil, sin respirar... Mi madre ha llegado, me busca.

Está adueñándose de mi vida, hasta de mis sueños, pesadillas por las que transitamos juntos, presentándose imprevistamente en lugares habituales; es una sombra detrás mío. Despierto acongojada, confundida, buscando en derredor un espectro inexistente...

Hoy como todos los días atravieso el parque... De entre los árboles sale furtivamente interceptándome el camino... En ese momento mi espera terminó.