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viernes, 19 de agosto de 2011

Consigna alternativa

Esta imagen, no sé por qué, me encantó. Me conmueve. Quizás, más de una vez la consigna de la semana no nos inspire. Esta foto es una opción. A ver qué vueltas da la mente para que salga una buena historia a partir de esto:


jueves, 18 de agosto de 2011

"Eones" por Carmen Julia Bazán

 Aquí va un escrito espontáneo de una nueva participante inspiradísima. Admirables las personas que transparentan su ser describiendo su mundo espiritual, muy personal, sólo con palabras. Bienvenida y a ver si te animás a las propuestas! Creo que de vos, pueden salir cosas muy interesantes. Diferentes, definitivamente! Gracias Carmen!


Naciste, Hija/Hijo
de Inti y de Pachamama
con el registro de Cosmos
en cada átomo de tu Ser.


Sabiduría inefable de la Creación,
Manifiesto Universal,
comenzaste a caminar,
 desplegando tus alas
en Libertad.
Paso a paso, poco a poco,
insistiendo en ataviar
la sacra desnudez de tu Esencia,
te cubrieron de adjetivos.
Ropajes siempre pequeños,
calificando para ciertos menesteres
te menoscabaron para otros.
Incomodidad Original
en tu sentido malestar
por impuestas vestiduras
que jamás dieron la talla.
¡Necios intentos! ¡Ilusos,
necesitaban signar la Vida!
Pachamama inspira en su regazo
e Inti expira calor y luz,
sabiéndose ambos imágenes plenas,
perfectas en complementariedad.
¡Prístino equilibrio!
Danza de amor cósmico
de Quienes -ex nihilo en
sincopado respiro-
albergan e iluminan todo por igual,
sin distinción…sin enjuiciamiento…
beata, silente Misión cumplida
en cada Fracción-Eternidad.
El Hermano Viento habla
en las copas de los Árboles.
 ¡Que oiga quien quiera oír!
 Y  la Presencia,
 Escenario vacío-lleno de la Vida,
se descubre francamente
 ante quienes quieran Ver.

Mientras tanto,
 adormilado espíritu, creíste
-¡Trágica cadencia
en la canción de cuna
 de los adjetivos!-
 y por esa fe reinó el agobio;
empero ¡Nunca olvidaste!
¿Cómo ocultar el Infinito
tras un punto?
Despertaste y
regresando a tu Centro,
pletórico de Amor,
lo supiste ¡Ya Eres!
¡Oh! ¡Aliviado suspiro
del Siempre SOY!
Tomando aliento,
saliste de la ensoñación gestada
en el repique de las palabras,
cacofonías perecederas, subjetivas,
pretensas e ineptas fascinando a la Vida.
Entonces Víste…
Nada ni nadie podrá  obnubilar
a la Sabiduría ínsita en Tu Ser,
¡Al SER!
El velo se desgarró...
Y con los antiguos-nuevos ojos de tu Cosmos,
Pulsión Vida-Muerte-Amor-Presencia,
te contemplaste en el Espejo del Valle,
del Río, de la Montaña, del Otro…
hallando en los Eones de la Multiplicidad
¡Al SIN TIEMPO!... ¡A LO UNO!
                                                                              C.B.

miércoles, 17 de agosto de 2011

"Un lugar limpio y bien iluminado" por María Livia Aghemo


El reloj suena a las 8 como todas las mañanas, lo primero que hago es ir al baño, me pongo en toda la cara una mascarilla revitalizante, la extiendo también por el cuello. Este paso de colocarla en el cuello es muy importante-“el cuello se arruga igual que la cara” me dijo la dermatóloga. Yo ya estoy arrugada, acorde a mi edad pienso, pero no quiero arrugarme más de lo que ya estoy, no tengo nada contra el paso del tiempo pero quiero estar elegante, una jubilada elegante. Soy una mujer como cualquier otra, me miro en las vidrieras de los negocios para ver cómo me queda la ropa.
Después de la rutina del baño me preparo el desayuno: café con leche descremada, 3 tostadas de gluten con queso light. Lo pongo en una bandeja con un mantelito que me bordó en punto cruz mi mamá, que en paz descanse. Ella siempre me decía “la casa debe ser un lugar limpio y bien iluminado”. Voy a desayunar en el comedor, ahí está mejor iluminado.  Lavo mi taza al terminar, no encuentro el jabón blanco que había dejado en la mesada la noche anterior, lo busco dentro de la alacena, detrás del escurridor de platos, nada. Encuentro en cambio sobre la mesada unos pequeños “choricitos” negros, como trocitos de pan quemado, pero yo no hice tostadas ni hoy ni ayer. Busco al encargado del edificio en la planta baja, le explico la situación y subimos nuevamente a mi departamento a ver la mesada.
-Señora Estela ¡esto es caca de ratón!
No puedo creer lo que escucho, si siempre tengo todo limpio.
-Tendría que tener un gato. Los ratones nunca van a los lugares donde hay gatos.
Rogelio no sabe lo que dice, las personas que vivimos solas no podemos tener mascotas, si por ejemplo a mi me diera una apendicitis ¿quién cuidaría al gato?, si yo quiero viajar a las termas con una amiga ¿quién cuidaría al gato? Tengo que pensar otro plan.
Hablo con mi amiga Susana, me dice que ponga una trampa para atrapar al ratón o sino que me busque un gato. –Imposible, le digo. Lo del gato es imposible, ya lo evalúe y es mucha responsabilidad para alguien que vive solo.
El día transcurre con sus obligaciones habituales, llega la noche y sigo sin resolver lo del ratón. Quiero olvidarme, pongo música y me preparo la cena: carne al horno con verduras, con una salcita especial preparada con mostaza y algunas hierbas. Tomaría una  copa de vino tinto pero no tengo, no compre más vino desde que leí los resultados de ese estudio que decía que las personas que vivimos solas somos más propensas a padecer alcoholismo. Miro la novela de 23 a 24 horas. Cuando termina lavo los platos y la rejilla con otro trocito de jabón blanco que saco del bajomesada.
Toda la noche sueño cosas horribles, un cementerio, muchas flores color lila que tienen un olor dulzón, persistente; y todo el tiempo, como música de fondo, el sonido de unos fluorescentes, siempre sentí que ese sonido era el sonido de los velatorios.
Por fin la mañana, el sol entrando por la ventana del departamento. Desapareció nuevamente el jabón blanco de la mesada, y otra vez caca de ratón por todos lados.
El ferretero me aconseja un veneno muy fuerte, color azul, como una témpera. Se pone sobre algo de comida, como por ejemplo un trozo de pan.
Hoy tengo que andar en mi bicicleta fija, programo 12  canciones en la computadora y no dejo de pedalear hasta que la última canción termina. Me ducho y coloco el veneno para el ratón: me cubro las 2 manos con bolsas de nylon, corto 3 trocitos de pan del mismo tamaño, los unto con el veneno azul, los acomodo en la mesada, desecho las bolsas, me lavo las manos con jabón,  me paso alcohol en gel; me aterroriza el veneno.
Toda la noche sueño cosas horribles, la casa desordenada, la ropa sucia y no encuentro el jabón blanco, mis sobrinos gritando, una terminal oscura y llena de colillas de cigarrillo.
Por fin la mañana, el sol entrando por la ventana del departamento. Desaparecieron todos los trocitos de pan con el veneno de la mesada, el ratón no me va a molestar más.
El día transcurre con sus obligaciones habituales, llega la noche y me preparo una pizeta con hojas de albahaca, abro el horno y lo veo ahí, tendido, muerto, quieto; una angustia tremenda me recorre y me estalla en los ojos como lágrimas furiosas. Ahora sí  estoy, finalmente, sola.

lunes, 15 de agosto de 2011

El retorno a la inocencia





Por Guadalupe Carsetti Ferreyra


Éramos tan felices, con la felicidad plena de la ignorancia y la edad, las tardes cuando comíamos ciruelas directamente del árbol, cuando nos juntábamos a andar en bicicleta y la hora de la siesta era la hora de las travesuras y las aventuras más emocionantes.
Fuimos creciendo y la vida nos llevó por caminos diferentes, los ciruelos se secaron, las bicicletas fueron suplantadas por otras de mayor rodado, y ya no había caravanas hasta la Tranquerita.
La siesta se utilizó  para descansar, trabajar o estudiar, y las juntadas se hicieron cada vez más esporádicas.
Con el paso de los años, nos veíamos cada tanto, y el tiempo parecía  detenerse al recordar los tiempos donde los niños éramos nosotros y no nuestros hijos, cuando las preocupaciones iban desde conseguir la última figurita para poder cambiar y hacer la tarea era nuestra única obligación.
Muchos de mis amigos se han ido, mi vida ha sido plena, y en mi lecho de muerte lo único que pienso es que nuevamente nos reuniremos en el más allá para comer ciruelas directo del árbol, y hacer eternas bicicleteadas por prados inmaculados y luminosos.
Veo a mis hijos y nietos llorando bajito a los pies de mi cama, y les digo que no lloren, que si bien pronto no estaré  con ellos, nos encontraremos de nuevo, que no se preocupen por mí, porque no me voy a ningún lugar malo, sino que vuelvo donde las siestas eran los escenarios de las mejores aventuras posibles…
Hoy, miro hacia abajo y veo a mis hijos y nietos continuar sus vidas, si bien me apena que me extrañen, la vida allí sigue…
Levanto la vista, pero no hay dolor en mi alma, estoy sobre la bicicleta y mis amigos están allí, haciéndome señas para que los alcance, sonrío, y cierro los ojos dejando que la brisa acaricie mi rostro mientras empiezo a pedalear en esta nueva bicicleteada que no sé donde me llevara pero no me preocupo, porque nada malo puede pasar, es la hora de la siesta y esta nueva aventura acaba de comenzar…