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viernes, 4 de noviembre de 2011

INSTRUCTIVO DE UNA MADRE Y ESPOSA PARA TOMAR UN BAÑO

de María Livia Aghemo

Si se decidió a bañarse pregunte antes a los otros integrantes de la familia si van a usar el baño. Si la respuesta es negativa, ingrese al baño y cierre la puerta.
Acomode su bombacha y su corpiño sobre la tapa del inodoro previamente cerrado. Abra la ducha y regule la temperatura hasta que sea la adecuada, desvístase e introdúzcase en el agua; mójese la cabeza, relájese, respire; éste es su momento. Busque  su champú y descubra que no está en el baño; lo han dejado tirado en el patio luego de usarlo para bañar a la perra. Grite para que alguien se lo alcance; nadie acudirá a su llamado. Tome la drástica decisión de lavarse el cabello con el champú del bebé, colóqueselo en la cabeza y frote hasta obtener espuma.
Proceda al enjuague. En el preciso instante en que ponga la cabeza bajo el agua, el caudal de la ducha disminuirá bruscamente porque alguien está usando el agua en la cocina. Grite nuevamente. Nadie acudirá. Espere en un costado de la ducha hasta que se normalice la cantidad de agua saliente y aproveche para chequear la higiene del baño, tome la balerina y frote para sacar ese sarro acumulado en los azulejos.
Ahora sí, enjuáguese la cabeza. Enjabónese el cuerpo desde los pies a los brazos, con el jabón cubierto de cabellos ajenos. Mientras se aclara el jabón del cuerpo, alguno de sus hijos entrará al baño y tirará su ropa interior al piso para usar el inodoro. Luego se lavará las manos y se las secará con su toallón que también dejará en el suelo porque “no llega a colgarlo”.
Cierre la ducha, recoja el toallón y séquese rápidamente,  ya que se acerca la hora de la cena. Acomode el baño y deje la puerta abierta para que se vaya el vapor.
Al llegar a su dormitorio descubra que lo usaron de salón de juegos mientras usted se bañaba. Póngase una remera desteñida y un joggin estirado; comience a juntar los juguetes y sacuda las migas de su cama.
Escuche, sus hijos están gritando: “¿qué vamos a comer?”.
Recoja su toallón y llévelo hasta el baño, al ingresar encuentre a su marido quejándose de lo desordenado que está el baño; observe: la perra duerme en la alfombrita, alguien se sacudió la arena de los zapatos sobre el bidet y otra persona, o tal vez la misma, escupió restos de comida en la pileta del baño.
Agarre el teléfono, disque el número de su delivery preferido y pida una pizza de muzarella  para terminar su noche de relax.

5 comentarios:

  1. oh Ma. Livia, siempre tan cautivantes tus historias! excelente!

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  2. Muy buen cuento y tan real!!! Si habré tenido baños con la puerta abierta para escuchar si les pasaba algo...Lo malo es que en las épocas de mis niños niños, no había delivery y, en la ducha había que pensar también qué darles de comer a los tragones de la casa (marido incluído)
    Un abrazo.
    María Elena

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  3. María Elena: te soy sincera el final del cuento con el pedido de la pizza lo puse para que tenga un "final feliz" porque sino quedaba todo demasiado terrible, jajajajajaja. En realidad yo soy nutricionista y trato de hacer lo mismo que vos, pensar que comida se puede armar con: una taza de arroz, 1/2 cebolla, 2 ramas de apio y 1 salchicha de viena vencida.
    Saludos.
    Livia.

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  4. Me encantó Livia!!! y me ha sucedido tantas veces ... finalmente aprendí...o me baño cuando todos están acostados y dormidos, o a la mañana temprano cuando se fueron a la escuela...sino es una tortura!!!
    Dolo Villada, esposa y madre de cuatro.

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