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jueves, 15 de marzo de 2012

Ensayando, ensayos.


DE FLAVIA STREMEL


Todos distintos. Ni peores, ni mejores. Genéticamente predestinados. Construídos -o destruídos- por una educación. "Un" "todo".
Algunos llegan a este mundo con un poder de decisión congénito. Eligen el momento que consideran más oportuno para salir del útero, sin tener en cuenta los cálculos médicos, los tiempos de la madre, el humor del padre, el cuarto preparado... por sí mismos o con alguna inevitable ayuda, pero en el día y hora que ellos designan. Desde ese instante y a medida que crecen son determinantes con su vida: escogen, desde muy temprana edad, vestimenta, actividades, amigos, estudios... y no aceptan consejos ni recriminaciones. Son personas que se fijan una meta y nadie, ni nada, logra que cambien de parecer, a menos que ellos lo decidan. Si algún hecho fortuito amenaza con cambiar el rumbo establecido ( una muerte inesperada, un embarazo sorpresivo, una enfermedad, una pérdida, una traición, un engaño...) y no tienen más remedio, reconocen su error y desvían (según su parecer) la meta unos centímetros (milímetros o metros, según lo crean conveniente) y siguen... con la mirada al frente. Son personas seguras, desconfiadas, pero su tendencia a no delegar los convierte en líderes defectuosos.
Dentro del mismo grupo podemos encontrar un subgrupo extremista. Aquellos que a la carga genética se les suma una educación que la avala. Sus educadores ( adultos en general que comporten y departen la vida con él), por propia decisión o bien por pereza dejan que este ser, independiente hasta el extremo, opte desde "teta o mamadera", hasta su propia muerte, pasando por inclinaciones sexuales, políticas, ideológicas, académicas.
Otros educadores sienten una responsabilidad sobre ese ser puesto en su camino; y utilizando métodos persuasivos (convencionales y de los otros) logran torcer esa determinación genética con la imposición de valores, costumbres, gustos, que esta persona asume como propios. Son más abiertos a los consejos y recomendaciones, piden ayuda cuando la necesitan y logran delegar.
En el extremo opuesto encontramos al indeciso congénito. Nace cuando el organismo de la madre o alguien decide. Se alimenta y se viste con lo que le ofrecen, sin siquiera plantearse poder elegir algo mejor. Utiliza pensamientos, razonamientos, sentimientos de los demás, ya que no cree poder elaborarlos por sí solo. Son personas inseguras que no tienen la capacidad de decidir. Necesitan ayuda para optar desde la compra de un objeto hasta el estudio, trabajo, vivienda... claro que no lo hacen de forma conciente: toman consejos (solicitados o no) y los llevan a cabo. De esta forma los demás son los organizadores de su vida, pero ellos nunca se quejan de esta situación. Suele haber momentos de su vida en los que se rebelan ante lo impuesto, pero sólo para aceptar la imposición de ideas, pensamientos, sentimientos de diferentes otros.
Dentro de este grupo también hay extremistas. Sus educadores fueron, son y serán personas autoritarias y demagogas... con mucho, poco o nada de amor sobre este ser. Desde pequeños tienen que acatar las decisiones de los demás con respecto a su vida: comida, vestimenta, estudio, amigos, pareja!, hijos!, trabajo!... obvio que no lo hacen de manera conciente: son dependientes inconsientes. El discurso "cuando seas grande vas a elegir" se prolonga hasta que esa persona pierde la capacidad de elección propia, por lo que inevitablemente durante toda su vida deben depender de otros: padres, maestros, hermanos, pares, amigos, pareja, hijos.
Cualquier lector podría pensar que estas personas son víctimas, y talvez lo sean... en el primer momento. Luego se acostumbran a esta cómoda posición. Nunca realizan una elección. Preguntan, escuchan y expresan "voy a seguir tu consejo". Demás está aclara que son personas sin metas, deseos o pasiones vicerales propias. Transitan por la vida dejándose arrastrar. Tampoco debemos confundir esta insulsa posición con fe en la Providencia Divina. Estas personas están incapacitadas ( congénita y formativamente) para tomar una decisión y muchas veces son concientes de ello. Cuando se les ocurre una idea ( que puede ser una fabulosa idea), la plantean de modo tal que quede claro que es una idea de otro. De este modo no asumen ninguna responsabilidad. Son aduladores. Pero cuando algo no sale como tiene previsto son los primeros en encontrar culpables, en recriminar, en victimizarse. Son terriblemente críticos con los demás...
... y sólo tuvieron que hacer una eleción en su vida: que los demás decidan por ellos.

4 comentarios:

  1. Soy una indecisa congénita culposa y culpable, construida o destruida o ambas cosas por una educación, y con profunda necesidad y voluntad de mutar urgente. NO sé a qué, pero mutar.

    Me gustó muchísimo.


    Abrazo grande


    SIL

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  2. Me encantó!! Definitivamente, lo tuyo es el ensayo! Aplausos!!! Caro

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  3. Me gustó mucho y me di cuenta de que puedo ser muchas cosas, pero nunca de los más nunca: una indecisa congénita. Felicitaciones!!!!!!! Livia.

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