Aunque lo eclipse la noche,
un sol presente.
De la cuerda
que sostiene la vida,
el fundamento.
Ante los brillos fatuos,
el ojo que no enceguezca.
De las manos,
la que no entrampe.
Del corazón,
la presencia irreductible
constante,
insobornable.
Más que la luna,
la luz.
De las manos, la que no entrampe.
ResponderEliminarEn lo simple está lo profundo...
gracias, Cecilia
Más que la luz
ResponderEliminareste poema.
Abrazo CECI.
SIL