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miércoles, 10 de agosto de 2011

"Herida libertad" por Guadalupe Carsetti Ferreyra

Este es el primer cuento que recibimos de Guadalupe. Muchísimas gracias por animarte a buscar y encontrar en tu interior las palabras que le den vida a personajes, que muchas veces están afuera también y no los vemos. Con respecto al título, como con el de Ale, me atreví a inventarlo porque no estaba. Avisame si querés y lo cambio, o aceptamos sugerencias de los demás que lo lean!



                                             

Solana tenía los ojos fuertemente cerrados, respiraba atolondradamente, pensando “ésto no puede estar sucediendo. La presión de mi cuerpo contra la reja. Las manos transpiradas estrangulando los barrotes. La frente, con el frío mortal del hierro. No quiero estar aquí...ni allí”.
Sintió su mejilla mojada, se secó con el dorso de la mano y abrió los ojos.
Soltó la reja y se dio vuelta… Observó el pasillo largo y oscuro y respiró hondo.
No podía volver, debía encontrar otra forma de salir de allí. Escuchó ruidos… Nuevamente se volteó y comenzó a buscar la forma de abrir esa reja… Miró alrededor desesperadamente al tiempo que se obligaba a calmarse, tarea nada fácil siendo que escuchaba las voces cada vez más cerca.
Encontró un palo de hierro escondido en una rendija de la pared rugosa. Lo tomó y forzó el candado que la separaba de la libertad que hacía tiempo le habían arrebatado.
Como por arte de magia el candado cedió con un ruido seco que le heló el alma al mismo tiempo que se la devolvía.
Corrió…. No supo cuánto ni por cuánto tiempo…. Cuando frenó a tomar aire, buscó un lugar oscuro donde agazaparse en esa ciudad oscura y desconocida para ella.
Cuando finalmente su corazón la dejó escuchar algo más, azuzó el oído rogando no escuchar las temidas voces de los que la perseguían… nada, sólo el silencio de la ciudad dormida, y el aullido lastimero de un ocasional gato callejero.
Continuó acurrucada tras el basurero donde había encontrado cobijo… tenía menos miedo, pero éste todavía no la había abandonado… No sabía si algún día la iba a dejar respirar tranquila de nuevo…
Pasaron las horas, todavía continuaba oscuro, pero no escuchaba ruidos más allá de los obvios.
Se incorporó lentamente, sentía todos los músculos entumecidos. Se asomó y observó la calle.
Buscó entre los carteles algo que le dijera donde se encontraba, pero no reconoció nada.
Caminó escondiéndose en las sombras, y finalmente  vio un cartel que rezaba “Sanatorio”.
Corrió desesperadamente hacia ese lugar y entro intempestivamente, literalmente chocó con una mujer de mediana edad que vestía una casaca rosa…  La mujer la retuvo en sus brazos con lo que evitó que ambas cayeran al suelo  y cuando se estabilizaron,  antes de que pudiera decir algo, Solana le susurró con el último aliento que le quedaba: “ayúdeme!!!!”…
La enfermera observó el aspecto de Solana con incredulidad y pavor mientras vociferaba: “llamen a la Doctora, urgente!”… Esas fueron las últimas palabras que escuchó Solana antes de caer desvanecida.
Solana logró escapar de sus captores, tras años de abusos, físicos y psicológicos. Gracias a un descuido consiguió recorrer el camino narrado y logró salir de las garras de una red de trata que mediante engaños la habían captado y obligado a prostituirse en diferentes burdeles.
Solana es un personaje inventado por quien escribe, pero con una historia que se repite, y de la que pocas reconstrucciones se obtienen, ya que las historias de las víctimas de trata que se conocen son contadas por mujeres que lograron ser rescatadas, pero desgraciadamente, son las menos…
Luchemos desde donde podamos para que este delito deje de ser el delito más rentable del mundo, y que las Solanas que todavía no fueron rescatadas puedan conseguir la libertad.
NO A LA TRATA DE PERSONAS!!!!!

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