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domingo, 24 de febrero de 2013

De la virtualidad y otras yerbas para secar al sol

Sheila Acosta Anzalone

No te entiendo, sabés que no. Cómo te pudiste enganchar con ese tipo. Así, diciendo que estás enamorada. Cómo pudiste, siendo que las relaciones que surgen en la red son eso, sólo eso: una ficción. Que es normal, me decís, que internet es un concierto de soledades y, por eso, porque en esa inmensa telaraña virtual, red de redes, súper carretera informática, pulula tanta gente necesitada de afecto, vos, que sos una soñadora y una crédula te creíste que tu alma gemela andaba por ahí. Mezclada con las de otros millones de mujeres ávidas del amor de su vida. Pero no podés ser tan infantil, che. Largá con el cuento maravilloso del príncipe azul que ya no se lo cree nadie. Está bien, sé que nos formaron así, o deformaron, que vos y yo, que ya cumplimos cuarenta, nos fumamos todos esos teleteatros, desde chicas, acompañando a nuestras madres o no, porque a Andrea del Boca haciendo de pobrecita la soportamos solas, ¿te acordás? Pero, ¡qué manera de bajar línea en esos culebrones! Pretendían que nos convirtiéramos en unas taradas. Como para que no salieras así de ilusa, de descerebrada, habiéndote auto inoculado el veneno de todos los teleteatros de Verónica Castro.Una grosa la petisa, ni viento le echó Thalía con su mala imitación en “Los ricos también lloran”. ¿Y la vieja mala de “Cuna de lobos”? Horror que te tocara una suegra así. O una madre, válganos la suerte, la de habernos salvado de convivir con una víbora, aunque haya tantas por las calles, en el trabajo y hasta en internet, donde nada es verdad. Que el tipo de doró la píldora porque te comentó algo de Borges. Pero no podés ser tan cándida, nena, si en tu información de perfil decís que sos de “la cofradía de adoradoras de Borges”, si alguien quiere acercarse te hace el verso con eso, y listo. O te creíste, de verdad, que te cruzaste con un erudito, con un lector compulsivo. Aterrizá, es obvio que googleó cada mentira que te dijo. ¿Todavía no caés en la cuenta de que todos los tipos están cortados por la misma tijera? Que este es diferente, decís. Pero, nena, son todos idénticos: mentirosos, infieles, mujeriegos, machistas, manipuladores, nenes de mamá. Inmaduros crónicos. No me hagas hablar del género masculino porque estaríamos hasta mañana. Que no te desilusione, me pedís. No, no te desilusiono, si la ilusión la tenés vos. Solita la tenés que abandonar, no necesitás ayuda de nadie para abrir los ojos y ver. Pensá, si el tipo fuese tan real, tan palpable y tan sincero, ¿para qué sigue la historia en el chat? ¿Por qué no te encontrás con él, y se sacan las dudas los dos? Que está lejos, decís, que está en la Patagonia y por ahora no puede venirse, que está agobiado por el trabajo, te dice él. No te digo, cualquier excusa tienen estos mentirosos. Seguro que es una justificación para mantenerte en vilo y que después, al haber esperado tanto el encuentro, le soportes todos los defectos. Porque eso piensan de nosotras los tipos, de las que ya cumplimos cuarenta y estamos solas, que somos unas fracasadas, unas histéricas, y por eso nos tenemos que conformar con cualquier cosa. Bueno, te tengo que dejar, debo contestar unos mensajes. Ah, no te conté, me envió solicitud Alejo Suárez, ¿te acordás qué potro era? Sí, lo seguían todas las pibas, era el traga más lindo y fachero de la escuela. Pero está cambiado. También, como para que no lo esté, pasaron más de veinte años. Se lo nota muy serio en su muro de facebook, se interesa en lo social, no en cosas superfluas. No sabés, me comentó una frase de Benedetti que tengo en la información de perfil y me escribió un montón de poemas lindísimos, dedicados, casi me hago pis con el último. Ahora vive en Rosario, dice que está con mucho trabajo, que por ahora no puede venir. ¿Qué te parece? ¿Dará que vaya a verlo yo?

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