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miércoles, 27 de febrero de 2013

Lo que quedó pendiente



de Emi Tudi


Sabía que en algún momento tendría que volver, la casa estaba tal y como ella la había dejado, había que vaciarla, guardar en cajas rotuladas cada recuerdo, separar lo que podía conservarse de lo que sería destinado a algún pariente interesado.

Pero su cuerpo no iba a resistir tanta nostalgia, hacia ya 2 meses y cinco días, que la casa estaba cerrada, no había vuelto a entrar. El sol ya no se colaba por las rendijas, las plantitas del patio fueron muriendo de tristeza, una a una, había llovido, no era falta de agua, era pena.

El mate y el termo sobre la mesa, las galletitas en su latita de Bagley sobre la mesada. La cama tendida. Todo igual que aquel día.

Ana llegaba hasta la puerta y de golpe la envolvía un frio que la paralizaba. No podía pasar de la puerta cancel. Lloraba en silencio, y cuando sentía que las piernas ya no aguantaban corría las dos cuadras que la llevaban hasta su casa.

Sabía que era una tarea pendiente, tenía que poder entrar. La chica de la inmobiliaria la había llamado insistentemente, tenia varios posible locatarios interesados y la plata hacía falta, no podía darse el lujo de tener la casa cerrada.

Mañana temprano después del desayuno vengo si o si, pensó dándose animo. Y como si nada hubiera pasado retomo su rutina y siguió camino hacia el mercado.

Esta vez algo en su interior sabia que al día siguiente lo haría.

Lloro las tres cuadras que la llevaron hasta el mercadito, sin importarle que la vieran. Estaba asumiendo el duelo, estaba sacando afuera ese dolor que la tenia presa.

Ese martes, tempranito, sonó el reloj, lo pospuso sus 5 minutitos mas, dio unas vueltas en la cama, la perra de un salto subió a la cama moviendo el cuartito trasero, le lengüeteó los cachetes con inmensa alegría, como si supiera que tenía que darle valor.

Se levanto, fue a la cocina, tomo su te con dos tostadas y miel mirando por la ventana sus cactus que crecían felices en macetas coloridas.

Se cambio muy despacito, y emprendió la salida.

Finalmente ese día, caja a caja fue vaciando la casa, y con cada cosa que salía del placard iba llenado el corazón. Cada foto un suspiro que la llevaba lejos.

Lloro hasta que las lagrimas no salieron mas, rio, canto, rego las pocas plantitas que quedaban aun vivas.

Abrió las ventanas y entro el sol, brillo como nunca. Ya no había nada pendiente.

2 comentarios:

  1. excelente! Qué bien describe el dolor de la perdida, el vacío y el sufrimiento! Felitaciones!

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  2. Está muy bien llevado el relato. No pierdas la inspiración y escribí !!

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